Página 426 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
aumentado con cada generación sucesiva. La intemperancia en el
comer y en el beber, y la gratificación de las pasiones más bajas han
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entorpecido las facultades más nobles. El apetito ha controlado la
razón en una medida alarmante.
La humanidad ha cultivado un deseo cada vez mayor de consumir
alimentos exquisitos, hasta el punto en que se ha convertido en
una moda recargar el estómago con toda clase de golosinas. El
apetito se gratifica especialmente en las reuniones de placer y se
hace poquísimo esfuerzo por dominarlo. Se participa en almuerzos
abundantes y en cenas servidas tarde en la noche con abundancia
de carnes muy condimentadas y servidas con salsas fuertes, con
muchas tortas, pasteles, helados, etc.
Los cristianos profesos generalmente van a la cabeza en estas
reuniones de moda. Grandes sumas de dinero se sacrifican a los
dioses de la moda y el apetito, en la preparación de fiestas donde
abundan los manjares destructores de la salud preparados para tentar
el apetito, con el propósito de reunir fondos con fines religiosos.
De este modo los ministros y los cristianos profesos han hecho su
parte y han ejercido su influencia, mediante el precepto y el ejemplo,
entregándose a la intemperancia en la comida y dirigiendo al pueblo
en una glotonería que acaba con la salud. En lugar de excitar la
razón, la benevolencia, la humanidad y las facultades más nobles
del ser humano, se realiza el más exitoso llamado a su apetito.
La gratificación del apetito inducirá a los hombres a dar sus
recursos que de otro modo no darían. ¡Qué cuadro triste para los
cristianos! ¿Le agrada a Dios esa clase de sacrificio? El pequeño
óbolo de la viuda fue mucho más aceptable para él. Los que siguen
su ejemplo de todo corazón habrán hecho bien. Cuando el sacrificio
realizado cuenta con la bendición del cielo, hasta la ofrenda más
sencilla adquiere el valor más elevado.
Los hombres y las mujeres que profesan ser seguidores de Cristo,
con frecuencia son esclavos de la moda y de la glotonería. En la
preparación de una de esas reuniones de buen tono, el tiempo que
debería dedicarse a propósitos superiores y más nobles, se emplea
en cocinar una variedad de platos perjudiciales. Solamente porque
está de moda, muchos que son pobres y dependen de su trabajo
diario, se toman el trabajo e incurren en el gasto de preparar dife-
rentes clases de tortas recargadas, dulces, pasteles y una variedad de