Página 427 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 1
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alimentos apetecibles para los visitantes, todo lo cual perjudica a los
que participan de ellos; sin embargo, necesitan esos mismos recursos
para comprar ropas para ellos y para sus hijos. El tiempo empleado
en cocinar alimentos destinados a agradar el gusto a expensas del
estómago, debería dedicarse a la instrucción moral y religiosa de los
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hijos.
Las visitas dan ocasión a la glotonería. Alimentos y bebidas
perjudiciales son consumidos en tanta cantidad que recargan en
forma desmedida los órganos digestivos. Las fuerzas vitales son
puestas en acción innecesariamente para realizar la digestión, y esto
cansa y perturba en gran medida la circulación de la sangre, y como
resultado, todo el organismo queda privado de la energía vital. Las
bendiciones que podrían resultar de las visitas sociales, se pierden
con frecuencia porque el ama de casa, en vez de disfrutar de la
conversación de los visitantes, trabaja arduamente preparando una
variedad de platos para complacerlos. Los hombres y las mujeres
cristianos nunca deberían permitir que su influencia respalde tal
conducta al participar de los manjares preparados en esa forma.
Hacedles comprender que el objeto de vuestra visita no consiste
en la gratificación del apetito, sino que mediante la asociación con
ellos y el intercambio de pensamientos y de sentimientos buscáis
una bendición mutua. La conversación debería ser de un carácter tan
elevado y ennoblecedor que posteriomente pueda recordarse con el
mayor placer.
Los que reciben visitas deberán tener un alimento nutritivo, pre-
parado en forma sencilla y agradable con frutas, cereales y verduras.
Esto requerirá muy poco trabajo o gasto extra, y no perjudicará a
nadie que participe con moderación de estas cosas. Si la gente mun-
dana prefiere sacrificar el tiempo, el dinero y la salud para gratificar
el apetito, dejad que lo haga y que pague el precio de la violación de
las leyes de la salud; pero los cristianos deberían tomar una posición
definida con respecto a estas cosas y ejercer su influencia en la di-
rección debida. Pueden hacer mucho por reformar estas costumbres
de moda que destruyen la salud y el alma.
Muchos tienen el hábito perjudicial de comer justamente antes
de dormir. Tal vez han tenido tres comidas regulares; sin embargo,
ingieren una cuarta comida porque experimentan una sensación
de languidez. La complacencia de esta práctica equivocada la ha