Página 429 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 1
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Después que el estómago recargado ha realizado su tarea, queda
exhausto, lo que provoca una sensación de languidez. Muchos se
engañan en esto pensando que es la falta de comida la que produce
esa sensación, e ingieren más alimento, sin permitir que el estómago
descanse; y con esto la languidez desaparece momentáneamente. Y
cuanto más se complace el apetito, tanto más insiste en ser grati-
ficado. Esta sensación de languidez por lo general es el resultado
del consumo de carne y de comer frecuentemente y en demasía.
El estómago se fatiga porque se lo mantiene trabajando en forma
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constante para despachar un alimento que no es muy saludable. Los
órganos digestivos se debilitan porque no tienen reposo, y esto hace
que se experimente una sensación de decaimiento y un deseo de
comer con frecuencia. El remedio para tales personas consiste en
que coman con menor frecuencia y en menos abundancia, que se
conformen con alimentos sencillos y que coman dos veces, o a lo
más, tres veces al día. El estómago debe tener períodos regulares
de trabajo y descanso; por esto el comer irregularmente y entre las
horas de comida constituye una violación muy perniciosa de las
leyes de la salud. El estómago puede recobrar su salud gradualmente
si se practican hábitos regulares y si se ingiere alimento apropiado.
Debido a que está de moda y en armonía con el apetito mórbido,
se llena el estómago con tortas recargadas, pasteles, budines, y con
toda clase de cosas dañinas. La mesa debe estar cargada con una
variedad de alimentos o de lo contrario el apetito no puede quedar
satisfecho. Estos esclavos del apetito con frecuencia tienen mal
aliento en la mañana y una lengua sarrosa. No gozan de salud y
se preguntan cuál es la razón de sus molestias, de sus dolores de
cabeza, y de sus diversas enfermedades. La causa ha producido
infaliblemente el resultado.
La temperancia en todas las cosas es necesaria para preservar la
salud. Temperancia en el trabajo, temperencia en la comida y en la
bebida.
Muchas personas se han dedicado de tal manera a la intempe-
rancia que no quieren cambiar su complacencia de la glotonería por
ningún motivo. Prefieren sacrificar la salud y morir prematuramente
antes que restringir su apetito intemperante. Y muchos ignoran la
relación existente entre su hábito de comer y beber, y la salud. Si
tales personas pudieran ser enseñadas tendrían el valor moral para