Página 435 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 2
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de una familia. Y no manifestaron mejor juicio en el aumento de
su familia del que tuvieron en sus transacciones comerciales. Los
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que tienen serias deficiencias en su capacidad para los negocios y
que están menos capacitados para abrirse paso en el mundo, por
lo general llenan su casa de niños; mientras que los hombres que
tienen habilidad para adquirir propiedades generalmente no tienen
más hijos de los que pueden criar adecuadamente. Los que no están
calificados para cuidar de sí mismos no deberían tener hijos. Ha sido
el caso que la numerosa prole de estos pobres seres queda abando-
nada para crecer como los brutos. Estos hijos no son alimentados ni
vestidos adecuadamente, y no reciben educación física ni mental;
y para estos padres y estos hijos no hay nada que sea sagrado en la
palabra empeñada o en el hogar.
La institución del matrimonio fue ideada por el cielo para que
fuese una bendición para el hombre; pero en un sentido general se
la ha sometido a tantos abusos, que se ha convertido en una temible
maldición. La mayor parte de los hombres y las mujeres, frente al
matrimonio, ha actuado como si la única cosa digna de tomarse en
cuenta fuese el hecho de si se amaban o no. Pero deberían compren-
der que su matrimonio implica una responsabilidad mucho mayor
que esto. Deberían considerar si sus hijos tendrán salud física y
poder mental y moral. Pero pocos han obrado teniendo en cuenta las
consideraciones más elevadas: que tienen responsabilidades inelu-
dibles con la sociedad y que el peso de la influencia de su familia
puede gravitar en el platillo superior o inferior de la balanza.
La sociedad está integrada por familias. Y los jefes de las fa-
milias son responsables del modelamiento de la sociedad. Si los
que contraen matrimonio sin las debidas consideraciones fueran los
únicos que sufren, en ese caso el mal no sería tan grande, y su pecado
sería comparativamente pequeño. Pero la desgracia que surge de los
matrimonios infelices se extiende a todos los hijos de esas uniones.
Les imponen una vida miserable, y aunque son inocentes sufren las
consecuencias de la conducta desconsiderada de sus padres. Los
hombres y las mujeres no tienen derecho de actuar impulsivamente
o bajo el influjo de una pasión ciega, cuando se trata del matrimo-
nio, y luego traer al mundo hijos inocentes que por diversas causas
llegarán a comprender que la vida tiene poquísimo gozo y muy poca
felicidad, y que por lo tanto constituye una carga.