Página 436 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
Los hijos por lo general heredan los rasgos de carácter de sus
padres, y en adición a todo esto muchos crecen sin experimentar una
influencia compensadora. Con gran frecuencia viven amontonados
en medio de la pobreza y la suciedad. En ese ambiente y con tales
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ejemplos, ¿qué podría esperarse de los hijos cuando les toca actuar
en la vida, sino que se hundan aun más abajo que sus padres en la
escala de los valores morales, y que sus deficiencias en todo sentido
sean más evidentes que las de éstos? Así es como estas personas
han perpetuado sus deficiencias y han maldecido a su posteridad
con la pobreza, la imbecilidad y la degradación. No deberían ha-
berse casado. O por lo menos, no deberían haber traído al mundo
hijos inocentes para que compartiesen su miseria, y para transmitir
de generación a generación, sus propias deficiencias cada vez con
mayor desgracia, lo que constituye una de las grandes causas de la
depravación de la humanidad.
Si las mujeres de las generaciones pasadas siempre hubiesen
actuado teniendo en cuenta las consideraciones más elevadas, si
siempre hubiesen comprendido que las generaciones futuras serían
ennoblecidas o rebajadas por su conducta, habrían decidido que no
podrían unir sus vidas a la vida de hombres que tenían un apetito
antinatural por las bebidas alcohólicas y el tabaco, los que consti-
tuyen venenos de acción lenta pero segura y mortal, que debilitan
el sistema nervioso y rebajan las facultades nobles de la mente. Si
los hombres insistían en conservar esos malos hábitos, las mujeres
deberían haberlos dejado en su bendita soltería para que disfrutasen
de esos compañeros de su elección [el alcohol y el tabaco]. Las
mujeres no deberían haberse considerado de tan escaso valor como
para unir su destino al de hombres que no tenían control sobre sus
apetitos, pero cuya felicidad principal consistía en comer, beber y
gratificar sus pasiones animales. Las mujeres no siempre han segui-
do los dictados de la razón y en cambio han obrado por impulso. No
han sentido en elevado grado las responsabilidades que descansaban
sobre ellas y según las cuales debían elegir compañeros para la vida
que no estamparan sobre sus hijos un grado de baja moralidad y
una pasión por gratificar los apetitos pervertidos a expensas de la
salud y hasta de la vida. Dios las tendrá por responsables en gran
medida por la salud física y el carácter moral que de este modo han
transmitido a las generaciones futuras.