Página 452 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Mensajes Selectos Tomo 2
es imposible para ellos soportar mucho trabajo mental. Parecería
que se ha agotado la fuerza de algunos de los delicados órganos del
cerebro.
Y no sólo se ha dañado la salud física y mental de los niños por
habérselos enviado a la escuela a una edad demasiado tierna, sino
que también han salido perdedores desde el punto de vista moral.
Han tenido oportunidad de relacionarse con niños de modales no
cultivados. Se los colocó en la compañía de muchachos vulgares y
ásperos, que mienten, juran, roban y engañan, y que se complacen
en impartir su conocimiento del vicio a los que son más jóvenes
que ellos. Y así se permite que los niños aprendan lo malo con más
facilidad que lo bueno. Los malos hábitos concuerdan mejor con
el corazón natural, y las cosas que ven y oyen en su infancia y en
su niñez se graban profundamente en sus mentes; la mala semilla
sembrada en sus jóvenes corazones se arraiga y con el tiempo llegará
a convertirse en agudas espinas que herirán los corazones de sus
padres.
Durante los primeros seis o siete años de la vida del niño hay
que prestar atención especial a su educación física antes que a su
intelecto. Después de este período, si la constitución física es buena
habría que atender a su educación física e intelectual. La infancia
se extiende hasta la edad de seis o siete años. Durante ese período
los niños deberían dejarse libres como los corderitos para que co-
rran por los alrededores de la casa y los patios impulsados por la
animación de su estado de ánimo, saltando y brincando, libres de
toda preocupación y problema.
Los padres, y especialmente las madres, deberían ser los úni-
cos maestros de las mentes de los niños en esa edad. No deberían
educarlos basándose en los libros. Por regla general los niños son
lo bastante curiosos como para aprender las cosas directamente de
la naturaleza. Formularán preguntas acerca de las cosas que ven y
que oyen, y los padres deberían aprovechar la oportunidad de ins-
truirlos y de contestar pacientemente esas pequeñas preguntas. En
esta forma pueden tomar ventaja al enemigo y fortalecer las mentes
de sus hijos al sembrar buenas semillas en sus corazones sin dejar
lugar para que arraigue el mal. Las amorosas instrucciones de las
madres impartidas a una tierna edad es lo que los niños necesitan en
la formación de su carácter.
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