Página 465 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 3
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Luego preguntó al padre si estaba satisfecho con ese método
de tratamiento. El feliz padre manifestó su sincera gratitud y su
completa satisfacción, diciendo:
“He aprendido una lección que no olvidaré. Fue dolorosa, pero
su valor es inapreciable. Ahora estoy convencido de que mi esposa
y mis hijos no deberían haber muerto. Sus vidas fueron sacrificadas,
mientras estaban en manos de los médicos, a causa de sus drogas
venenosas”.
Luego vi el segundo caso, el de la paciente a quien le habían ad-
ministrado nuez vómica. Estaba siendo sostenida por dos asistentes
mientras la conducían de su silla a la cama. Casi había perdido el
uso de los miembros. Los nervios espinales estaban parcialmente
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paralizados, y las piernas habían perdido la capacidad de soportar
el peso de una persona. Tosía penosamente y respiraba con difi-
cultad. La acostaron, y no tardó en perder la facultad de oír y de
ver; permaneció durante un tiempo en esta condición y luego murió.
La persona mencionada anteriormente miró con tristeza el cuerpo
inanimado, y dijo a los presentes:
“Sed testigos de la acción lenta pero segura de la nuez vómica
sobre el organismo humano. Cuando se la administró, la energía
nerviosa fue excitada a una acción extraordinaria a fin de hacer
frente a esta droga venenosa. Esta excitación adicional fue seguida
por un estado de postración, y el resultado final ha sido la parálisis
de los nervios. Esta droga no ejerce el mismo resultado sobre todos.
Algunas personas que tienen constituciones fuertes son capaces
de recuperarse de los abusos a que puedan someter su organismo.
En cambio otras personas que no son tan resistentes, que poseen
constituciones debilitadas, nunca se han recuperado después de haber
recibido una sola dosis, y hasta pueden morir únicamente a causa
del efecto que ejerce una sola porción de este veneno. Sus efectos
siempre tienden a la muerte. La condición en que se encuentra el
organismo cuando recibe estos venenos, es la que determina si el
paciente vivirá o no. La nuez vómica puede lisiar y paralizar, y
destruir la salud para siempre, pero nunca cura”.
Volvió a presentárseme el tercer caso, el del joven a quien se le
había administrado calomelanos. Sufría lastimosamente. Tenía las
piernas tullidas y estaba muy deformado. Dijo que sus sufrimientos
eran insoportables y que la vida constituía para él una gran carga. La