Página 467 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 3
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librar al organismo de una cantidad de impurezas que se habían
acumulado, y si se la hubiese dejado librada a sí misma, y se la
hubiese ayudado con las bendiciones sencillas provistas por el cielo,
tales como el aire puro y el agua limpia, se habría producido una
curación rápida y segura.
Las personas aquejadas por la enfermedad pueden hacer por ellas
mismas lo que otros no pueden hacer. Deberían comenzar por aliviar
la naturaleza de la carga que le han impuesto. Deberían suprimir la
causa. Deberían ayunar durante un corto tiempo y dar al estómago
la oportunidad de descansar. Deberían reducir el estado febril del
organismo mediante la cuidadosa y bien realizada aplicación de
agua. Estos esfuerzos ayudarán a la naturaleza en su lucha por librar
al organismo de impurezas. Pero generalmente las personas que
sufren de dolor se tornan impacientes. No están dispuestas a ser
abnegadas y a sufrir un poco a causa del hambre. Tampoco están
dispuestas a esperar el lento proceso de la naturaleza que se lleva a
cabo para reconstituir las recargadas energías del organismo. Pero
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están decididas a obtener alivio de inmediato, de modo que ingieren
drogas poderosas prescriptas por los médicos. La naturaleza estaba
haciendo bien su trabajo, y habría triunfado, pero mientras cumplía
su tarea se introdujo en ella una sustancia de naturaleza venenosa.
¡Qué error! Ahora la naturaleza que se ha sometido a abusos tiene
que combatir dos males en lugar de uno. Abandona la tarea en que
estaba empeñada y se dedica resueltamente a expulsar al intruso
que acaba de introducirse en el organismo. La naturaleza siente esta
doble carga que pesa sobre sus recursos, y se debilita.
Las drogas nunca curan la enfermedad. Únicamente cambian su
forma y su localización. Sólo la naturaleza es el restaurador eficaz,
y podría llevar a cabo su tarea en forma mucho mejor si se la dejara
librada a sí misma. Pero pocas veces se le concede este privilegio.
Si la naturaleza estropeada soporta la carga y finalmente cumple en
gran medida la doble tarea, y el paciente vive, el médico es el que
recibe el crédito. Pero si la naturaleza fracasa en su esfuerzo por
expulsar el veneno del organismo, y si el paciente muere, se dice que
eso se debe a las inescrutables disposiciones de la Providencia. Si
el paciente hubiera tomado a tiempo las medicinas necesarias para
aliviar la naturaleza recargada, y si hubiera utilizado con inteligencia
el agua pura, habría podido evitar la ingestión de drogas mortíferas.