Página 493 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Capítulo 6
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Señor y digno de honra, lleven en ese día la misma ropa que han
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usado durante toda la semana mientras trabajaban en sus granjas,
cuando pueden obtener otras. Si hay personas dignas que desean
honrar de todo corazón al Señor del sábado, y el culto de Dios, que
no pueden conseguir otra muda de ropa, que los que puedan hacerlo
les obsequien un traje para el sábado a fin de que se presenten en
la casa de Dios con una vestimenta limpia y adecuada. A Dios le
agradaría que hubiese una mayor uniformidad en el vestir. Los que
gastan dinero en vestiduras costosas y en adornos superfluos, con
un poco de abnegación pueden ejemplificar la religión pura, no sólo
mediante la sencillez en el vestir sino también utilizando los recursos
que usualmente gastaban en cosas innecesarias, para ayudar a algún
hermano o alguna hermana pobre, a quienes Dios ama, a obtener
una vestimenta pulcra y modesta.
Algunos piensan que para efectuar esa separación del mundo
que la Palabra de Dios requiere, deben descuidar su manera de vestir.
Hay una clase de hermanas que piensan que están practicando el
principio de no conformidad con el mundo al tocarse con una cofia
ordinaria y al vestirse el día sábado con el mismo traje que llevan
durante la semana, para estar en la asamblea de los santos y participar
en el culto a Dios. Y algunos hombres que profesan ser cristianos
contemplan bajo la misma luz la cuestión del vestido. Se reúnen con
el pueblo de Dios en el sábado con su ropa sucia y manchada, y hasta
con roturas en ella, y la llevan con desaliño. Esta clase de personas,
si tuvieran que encontrarse con amigos honrados por el mundo y si
quisieran ser especialmente favorecidas por ellos, se esforzarían por
presentarse con la mejor ropa que pudieran conseguir, porque esos
amigos se sentirían ofendidos si aparecieran ante ellos despeinadas,
con la ropa sucia y en desorden. Sin embargo, estas personas piensan
que no importa en qué forma se vistan ni cuál sea la condición de
su persona cuando se reúnen el sábado para adorar al gran Dios.
Se congregan en su casa, que es como la cámara de audiencias del
Altísimo, donde los ángeles celestiales ministran, con poquísimo
respeto o reverencia, según lo indica su persona y su vestimenta.
Toda su apariencia revela el carácter de estos hombres y de estas
mujeres.
El tema favorito de esta clase de personas es el orgullo tal como
se manifiesta en la vestimenta. Consideran como orgullo la decencia,