Página 501 - Mensajes Selectos Tomo 2 (1967)

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Apéndice 2—Factores importantes en la elección de cónyuge
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La capacidad de los contrayentes para mantenerse en buena con-
dición financiera también fue presentada por la Sra. de White como
un requisito para el éxito en el matrimonio. Señaló que hay quienes
“no han adquirido una propiedad”, y que no poseen “fortaleza física
o energía mental para adquirir una propiedad”, “que han tenido apu-
[547]
ro por casarse y han asumido responsabilidades cuya importancia
desconocían”. Pero son los hijos los que con frecuencia sacan la
peor parte, porque “los que tienen serias deficiencias en su capacidad
para sus negocios y que están menos capacitados para abrirse paso
en el mundo, por lo general llenan su casa de hijos”, los que “no
son alimentados y vestidos adecuadamente, y no reciben educación
física ni mental” (Véanse las p. 484 y 485 de este tomo).
Hay otro asunto que fue objeto de consejos. Se trata del ca-
samiento de hombres y mujeres que tienen diferencias étnicas y
culturales. Este tema se presentó cuatro veces en manuscritos y
publicaciones. Dos de las cuatro declaraciones acerca de este punto
aparecen en este volumen, en las p. 394 y 395. Estas fueron escri-
tas en 1896 y en 1912, y se eligieron para ser publicadas en este
volumen porque presentan los principios básicos implicados, y de
ese modo muestran cuál es la razón por la que no hay que estimular
tales matrimonios. Se declara que estas uniones pueden crear fácil-
mente “controversias y confusión”. Otra razón que ella señaló para
desalentar tales casamientos parece ser la “desventaja” que éstos
imponen sobre los descendientes, lo que puede llevar a los hijos a
sentir “rencor hacia los padres que les dieron esa herencia para toda
la vida”
[548]
En cuanto a las otras dos declaraciones concernientes a los matrimonios mixtos, la
primera aparece como núcleo de un mensaje fundamental presentado por Elena G. de
White, el 21 de marzo de 1891, a los dirigentes de la iglesia, en el que ella los instaba a
trabajar en favor de la gente de color de los Estados Unidos. (Quien se interese en esta
declaración, puede encontrarla en toda su extensión en
The Southern Work, 9-18
, edición
de 1966.
) En ella la sierva del Señor estableció con rasgos inequívocos la fraternidad
de todos los seres humanos, y dijo claramente que en el culto todos estaban en igualdad
delante de Dios. Al mismo tiempo dio una advertencia. En esta declaración, leída por ella
ante los dirigentes de la iglesia, encontramos estas líneas:
“Como iglesia, somos culpables de pecado porque no hemos realizado más esfuerzo en
favor de la salvación de las almas entre la gente de color... No tenéis permiso de Dios
para excluir a la gente de color de vuestros lugares de culto. Tratadlos como propiedad de
Dios, porque lo son tanto como vosotros mismos. Deberían ser miembros de la iglesia
juntamente con los hermanos blancos. Habría que realizar todo el esfuerzo posible para