Instrucciones para ganar almas en los congresos
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Entonces oí la voz de nuestro Consejero: “No se lo impidáis—dijo—
esta obra tiene que ser hecha. El fin se acerca. Demasiado tiempo
se ha perdido ya; estos libros ya debieran haber sido repartidos.
Vendedlos por todas partes. Esparcidlos como las hojas caen en el
otoño. Nadie debe impedir esta obra. Hay almas que perecen lejos
del Salvador. Sea anunciada su próxima aparición sobre las nubes
de los cielos.”
Algunos obreros persistían en su trabajo desalentador. Uno dijo,
llorando: “Se hace un gran daño a nuestra obra de publicación
negociando los libros a una precio tan bajo, sin contar que se nos
priva de una parte de las ganancias que sirven para el sostén de
nuestra obra.” La voz repuso: “No experimentaréis pérdida alguna.
Esos obreros, que se llevan los libros a precios reducidos, no podrían
venderlos si no se consintiese en este supuesto sacrificio. Muchos
de los que los compran para sus amigos y para ellos mismos, no
pensarían en hacerlo si no fuese por esto.
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Testimonios para la Iglesia 9:71-73 (1909)
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