Página 577 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Los padres como reformadores
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las cosas y la firme negación del apetito son el único camino seguro.
Satanás viene al hombre, como vino a Cristo, con sus tentaciones
avasalladoras para complacer el apetito. Conoce bien su poder para
vencer al hombre en este punto. Venció a Adán y Eva en el Edén
en el apetito, y ellos perdieron su dichoso hogar. Cuánta miseria y
crímenes acumulados han llenado nuestro mundo a consecuencia
de la caída de Adán. Ciudades enteras han sido borradas de la
faz de la tierra a causa de los crímenes degradantes y la iniquidad
repugnante que las convirtió en una mancha sobre el universo. La
indulgencia del apetito fue el fundamento de todos sus pecados. A
través del apetito, Satanás controló la mente y el ser entero. Miles
que podrían haber vivido, pasaron prematuramente a sus tumbas,
arruinados física, mental y moralmente. Tenían buenas facultades,
pero sacrificaron todo a la complacencia del apetito que los indujo a
someterse al dominio de la concupiscencia. Nuestro mundo es un
vasto hospital. Los hábitos viciosos están aumentando.
Es desagradable, si no peligroso, permanecer en un coche de
ferrocarril o en una habitación atestada que no está completamente
ventilada, donde la atmósfera está impregnada con las propiedades
del licor y el tabaco. Los ocupantes dan evidencia por el aliento y las
emanaciones del cuerpo que el sistema está lleno del veneno del licor
y el tabaco. El uso del tabaco es un hábito que frecuentemente afecta
el sistema nervioso en una manera más poderosa que el uso del
alcohol. Ata a la víctima con fajas de esclavitud más fuertes que las
de la copa intoxicante; el hábito es más difícil de vencer. En muchos
casos, el cuerpo y la mente están más gravemente intoxicados con el
uso del tabaco que con los licores fermentados, porque éste es un
veneno más sutil.
La intemperancia está aumentando por todas partes, pese a los
esfuerzos intensos hechos durante el año pasad
para detener su
progreso. Se me mostró que el poder gigantesco de la intemperancia
no será controlado por ninguno de esos esfuerzos tal como han
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sido hechos. La obra de la temperancia debe comenzar en nuestras
familias, en nuestras mesas. Las madres tienen una importante obra
que hacer para que puedan dar al mundo, a través de la correcta
disciplina y la educación, hijos que serán capaces de ocupar casi
Este Testimonio fue publicado primeramente en 1875.