Página 277 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Experiencias y trabajos
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Dios. Tomar esa decisión requirió una gran fe por nuestra parte.
Pero cuando nos sentamos en el vagón, sentimos que estábamos
cumpliendo con nuestro deber. Descansamos durante el viaje y
dormimos bien por la noche.
Las reuniones campestres
Cuando eran cerca de las ocho de la tarde del viernes llegamos
a Boston. A la mañana siguiente tomaríamos el primer tren hacia
Groveland. Cuando llegamos al campamento, literalmente, diluvia-
ba. El hermano Haskell había trabajado incesantemente hasta ese
momento y se esperaban unas reuniones magníficas. En el campa-
mento había cuarenta y siete tiendas, además de tres grandes carpas,
una de las cuales estaba destinada a la congregación y tenía unas
dimensiones de veinticinco por treinta y ocho metros. Las reuniones
del sábado eran del máximo interés. La iglesia revivía y se fortalecía
y los pecadores y los que se habían apartado se hacían conscientes
del peligro que corrían.
El domingo por la mañana el cielo todavía estaba nublado; pero
antes de que llegara la hora para que las personas se reunieran,
salió el sol. Los barcos y los trenes vertieron en el campamento
su carga viviente de millares. El hermano [Urías] Smith habló por
la mañana sobre la Cuestión Oriental
El tema era de especial
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interés y la audiencia prestó una viva atención. Por la tarde me fue
difícil abrirme paso para alcanzar el estrado entre la multitud de
personas que se agolpaban. Cuando lo alcancé, ante mí se abría un
mar de cabezas. La carpa estaba llena y miles se habían quedado
La Cuestión Oriental es el nombre que recibe la serie de dificultades diplomáticas y
políticas, todas ellas relacionadas con el imperio otomano (turco), que durante los siglos
XVIII-XX afectaron el sureste de Europa, en las cuales se vieron involucradas todas
las potencias europeas. Se establece como su inicio la guerra turco-rusa de 1768-1774.
La Cuestión Oriental perdió importancia definitivamente con la derrota de las potencias
de la Triple Alianza (imperios alemán, austrohúngaro y otomano) al fin de la I Guerra
Mundial en 1919, y tras la firma de los tratados de Sèvres (1920) y de Lausana (1923),
que establecieron la definitiva partición del imperio otomano en varios países de nuevo
cuño y algunos territorios que quedaron bajo el control de las potencias vencedoras, así
como la refundación del estado turco residual en la república laica que hoy conocemos.
En la fecha a la que se refiere este
Testimonio
la Cuestión Oriental era muy candente.—
N.
del T
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