Página 288 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
encontraba en una situación tan próspera. Gracias a los infatigables
esfuerzos de esos fieles misioneros ha surgido una asociación de
adventistas del séptimo día, así como varios ministros que operan
en tan amplio campo.
La tarde del jueves 18 de junio me reuní con un buen número de
los observadores del sábado de ese estado. El Espíritu de Dios llenó
mi corazón. Di mi testimonio por Jesús y expresé mi gratitud por
el dulce privilegio que tenemos de confiar en su amor y reclamar
su poder para unir nuestros esfuerzos y salvar de la perdición a los
pecadores. Si queremos que la obra de Dios prospere, Cristo debe
permanecer en nosotros: en pocas palabras, debemos hacer las obras
de Cristo. Miremos donde miremos, la mies está lista para la siega
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pero los obreros son muy pocos. Sentí que mi corazón se llenaba de
la paz de Dios y de amor por ese amado pueblo suyo con el cual yo
estaba adorándolo por primera vez.
El domingo 23 de junio hablé en la iglesia metodista de Salem
sobre el tema de la temperancia. La asistencia fue inusualmente
buena y gocé de libertad para tratar sobre mi tema favorito. Se me
pidió que volviera a hablar en el mismo lugar el domingo siguiente
a la reunión de campo, pero la afonía me lo impidió. La tarde del
siguiente marte
, sin embargo, hablé de nuevo en esa iglesia. Recibí
muchas invitaciones para hablar sobre la temperancia en varias
ciudades y poblaciones de Oregón, pero el estado de mi corazón
me impidió dar cumplimiento a los requerimientos. Las constantes
charlas y el cambio de clima me habían provocado una grave, aunque
transitoria, afonía.
Entramos en la reunión de campo sintiendo un profundo interés.
El Señor me dio fuerza y gracia para permanecer delante de la multi-
tud. Al contemplar ese público inteligente, mi corazón se quebrantó
ante Dios. Esa era la primera reunión de campo que tenía lugar en
el estado. Quise hablar, pero la emoción quebró mi voz. Me sentía
inquieta por la escasa salud de mi esposo. Mientras hablaba, me vino
a la mente una reunión en Battle Creek, con mi esposo en el centro,
con la suave luz del Señor que descendía sobre él y lo rodeaba. Su
faz era la viva expresión de la salud y parecía muy feliz.
Con casi toda seguridad se refiere al 1
o
de julio.