Página 50 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
habían arriesgado sus vidas para obtener. La profunda fosa de los
leones no le impidió a Daniel hacer sus oraciones diarias, como
tampoco pudo el horno ardiente inducir a Sadrac y sus compañeros
a postrarse ante el ídolo erigido por Nabucodonosor. Los jóvenes de
principios firmes se abstendrán de los placeres, desafiarán el dolor,
y afrontarán aún la fosa de los leones y el ardiente horno de fuego
antes que ser hallados desleales a Dios. Fijaos en el carácter de
José. Su virtud fue severamente probada, pero el triunfo de la misma
fue completo. Sobre cada punto el joven noble resistió la prueba.
Manifestó los idénticos principios inconmovibles en cada prueba.
El Señor estaba con él y su palabra era ley.
Tal firmeza y principios intachables brillan con más esplendor
en contraste con la debilidad e ineptitud de los jóvenes de este
tiempo. Con muy pocas excepciones, ellos son vacilantes, variables
conforme al cambio de circunstancias y de ambiente, una cosa hoy y
otra mañana. Al verse confrontados con las atracciones del placer o
la gratificación egoísta, sacrifican la conciencia por lograr el deleite
codiciado. ¿Podrá confiarse en tal persona? ¡Nunca! En ausencia
de la tentación, se comportará con tal decoro que vuestras dudas y
sospechas parecerán injustas; pero al presentársele la oportunidad
traicionará vuestra confianza. Hay defecto en el corazón. En el
preciso momento cuando más se requiere la firmeza y los principios,
encontraréis que cede y, si no se convierte en un Arnol
o en un
Judas, es porque le falta la debida oportunidad.
Padres, debe ser vuestra primera preocupación obedecer el lla-
mado del deber y emprender de alma y corazón la obra que Dios
os ha encomendado. Si fracasáis en todo lo demás, sed minuciosos,
sed eficientes en esto. Si vuestros hijos surgen puros y virtuosos de
la disciplina del hogar, si ocupan aunque sea el lugar más pequeño
y humilde en el plan de Dios para el bienestar del mundo, vuestra
vida jamás podrá considerarse como un fracaso o repasarse con
remordimiento alguno.
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La idea de que hay que ceder a las maneras de niños perversos
es un error. Eliseo, al mismo comienzo de su obra, fue ridiculiza-
do y escarnecido por la juventud de Betel. Era un hombre de gran
Benedict Arnold: General revolucionario norteamericano que se convirtió en un
traidor: 1741-1801.