Página 121 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Cómo hacer frente a la oposición
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de la misericordia divina—serán ganados para Cristo. El último
trabajo en la controversia podría ser la iluminación de los que no
han rechazado la luz ni la evidencia, pero que han estado en las
tinieblas de la medianoche y que por ignorancia han obrado contra
la verdad. Por lo tanto, tratad a cada persona como si fuera honesta.
No pronunciéis ninguna palabra ni hagáis ninguna cosa que pueda
resultar condenatoria par los incrédulos.
Si alguna persona procurara inducir a los obreros a participar
en un debate o controversia acerca de asuntos políticos o de otra
naturaleza, no hagáis caso de los esfuerzos persuasivos ni de los
desafíos. Ocupaos de adelantar la obra del Señor con firmeza y
seguridad. Pero con la humildad de Cristo y en la forma más suave
posible, que no se escuchen expresiones de jactancia ni se produzca
manifestación alguna de autosuficiencia. Haced lo necesario para
que resulte evidente que Dios nos ha llamado a ocuparnos de legados
sagrados; predicad la Palabra, sed diligentes, sinceros y fervientes.
* * * * *
La influencia de nuestra enseñanza sería diez veces mayor si
cuidarais vuestra forma de hablar. Las palabras que debieran tener
sabor de vida para vida, pueden convertirse en palabras con sabor de
muerte para muerte, según el espíritu que las acompañe. Recordad
que si por vuestro espíritu, o vuestras palabras cerráis la puerta a
siquiera una persona, esa persona os confrontará en el juicio.
Cuando mencionáis los
Testimonios,
no supongáis que es vuestro
deber usarlos para atacar a alguien. Cuando leáis los
Testimonios
aseguraos de no introducir vuestras propias palabras, porque eso
dificultaría a los oyentes para distinguir entre la Palabra del Señor
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y vuestras propias palabras. Aseguraos de no convertir Palabra del
Señor en un arma ofensiva. Anhelamos ver que se producen refor-
mas, y como no vemos que ocurre lo que deseamos, con frecuencia
permitimos que un espíritu maligno derrame gotas de hiel en nuestra
copa, con lo cual algunos resultan resentidos. Nuestras palabras
insensatas irritan su espíritu lo cual los incita a la rebelión. Cada
sermón que predicáis y cada artículo que escribís pueden ser total-
mente verdaderos; pero una gota de hiel que contengan envenenará
al que oye, o al que lee. Por causa de esa gota de veneno, alguien