Página 129 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Necesidad de reforma en la educación
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volvernos decididamente contra la corriente cuando empieza nuestro
trabajo. Satanás introducirá toda clase de teorías para pervertir la
verdad. La obra avanzará con dificultad; pues, desde la caída de
Adán el mundo ha tenido por costumbre pecar. Pero Cristo está en el
campo de acción. El Espíritu Santo está trabajando. Agentes divinos
se unen con los humanos para rehacer el carácter de acuerdo al
modelo perfecto, y al hombre le toca acabar aquello en lo cual
Dios ha trabajado. Como pueblo, ¿haremos esta obra que Dios
nos ha encomendado? ¿Consideraremos cuidadosamente toda la
luz que se ha dado, manteniendo siempre delante de nosotros el
objetivo principal de preparar discípulos para el reino de Dios? Si
por fe avanzamos paso a paso en el camino correcto, siguiendo al
gran Líder, la luz resplandecerá a lo largo de nuestro sendero; y
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se presentarán circunstancias para quitar del medio las dificultades.
La aprobación de Dios dará esperanza, y ángeles ministradores
cooperarán con nosotros, trayendo luz, gracia, ánimo y alegría.
Por lo tanto, no se pierda más tiempo en explayarse en las muchas
cosas que no son esenciales y que no guardan ninguna relación
con las necesidades presentes del pueblo de Dios. No se pierda
más tiempo en enaltecer a los hombres que no conocen la verdad,
“porque el tiempo está cerca”.
Apocalipsis 1:3
. No hay ahora tiempo
para llenar la mente con teorías de lo que comúnmente se llama
“educación superior”. El tiempo consagrado a aquello que no tiende
a moldear el alma a la semejanza de Cristo, es tiempo perdido para
la eternidad. No podemos permitir esto, por cuanto cada momento
rebosa de intereses eternos. ¿Hemos de permitir ahora, cuando la
gran obra de juzgar a los vivos está por empezar, que ambiciones no
santificadas se posesionen del corazón y nos induzcan a descuidar
la educación requerida para hacer frente a las exigencias de este
tiempo de peligro?
En cada caso habrá que efectuar la gran decisión de si hemos de
recibir la marca de la bestia o su imagen, o el sello del Dios vivo. Y
ahora que nos encontramos en la frontera del mundo eterno, ¿qué
puede ser de valor más inmenso para nosotros que ser hallados leales
y fieles al Dios del cielo? ¿Qué hay de mayor estima que su verdad
y su ley? ¿Qué educación puede darse a los alumnos en nuestras
escuelas que sea tan necesaria como un conocimiento de lo “que
dicen las Escrituras”?