Página 131 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Necesidad de reforma en la educación
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tema de estudio en el presente como lo será en la eternidad. La
Palabra de Dios, proclamada por Cristo en el Antiguo y en el Nuevo
Testamentos, es el pan del cielo; pero mucho de lo que se llama
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ciencia no es el verdadero maná: es como manjares de invención
humana, como alimento adulterado.
En la Palabra de Dios se halla sabiduría indubitable, inagotable;
pues ella no se originó en la mente finita, sino en la infinita. Sin
embargo, mucho de lo que Dios ha revelado en su Palabra es oscuro
para los seres humanos debido a que las joyas de la verdad están
sepultadas debajo de los escombros de la sabiduría y la tradición
humanas. Para muchos, los tesoros de la Palabra permanecen ocultos
debido a que no los han buscado con ardiente perseverancia hasta
haber comprendido los preceptos de oro. La Palabra ha de ser escu-
driñada para que purifique a los que la reciban y los prepare para ser
miembros de la familia real, hijos del Rey del cielo.
El estudio de la Palabra de Dios debiera reemplazar al de los
libros que han llevado las mentes al misticismo y lejos de la verdad.
Sus vivos principios, entretejidos en nuestra vida, serán nuestra
salvaguardia en las pruebas y tentaciones; su instrucción divina es la
única vía hacia éxito. En cuanto llegue la prueba a cada alma, habrá
apostasías. Algunos resultarán traidores, temerarios, presuntuosos
y engreídos, y abandonarán la verdad, haciendo naufragio de la
fe. ¿Por qué? Porque no vivieron de “toda palabra que sale de la
boca de Dios”.
Mateo 4:4
. No cavaron hondo para hacer firme su
fundamento. Cuando las palabras del Señor les son transmitidas
por medio de los mensajeros escogidos, murmuran y piensan que el
camino es demasiado estrecho. En el capítulo seis de Juan, leemos
de algunos a quienes se creía discípulos de Cristo pero que, cuando
se les presentó la clara verdad, se disgustaron y no anduvieron más
con él. De la misma manera, se separarán de Cristo también esos
estudiantes superficiales.
A todo el que se ha convertido al Señor se le pide que crezca
en eficiencia mediante el uso de sus talentos. Todo pámpano de la
viviente Vid que no crece es cortado y desechado como cosa inútil.
¿Cuál debe ser, entonces, el carácter de la educación impartida en
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nuestras escuelas? ¿Ha de estar de acuerdo con la sabiduría de este
mundo, o con la sabiduría que es de lo alto? ¿No despertarán los
maestros ante su responsabilidad en este asunto y procurarán que la