Página 132 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Palabra de Dios tenga un lugar más destacado en la instrucción que
se imparte en nuestras escuelas?
La preparación de obreros
Uno de los grandes propósitos de nuestras iglesias es la prepa-
ración de jóvenes para servir en nuestras instituciones y en otras
diferentes fases de la obra evangélica. Por doquiera se le ha de ex-
plicar la Biblia a la gente. Ha llegado el momento en que, por medio
de los mensajeros de Dios, el pergamino de la Escritura se está
desenrollando ante el mundo. La verdad encerrada en los mensajes
de los ángeles primero, segundo y tercero ha de ir a toda nación,
tribu, lengua y pueblo; iluminar la oscuridad de todo continente y
extenderse a las islas del mar. No se ha de permitir que cosa alguna
de invención humana retarde esta obra. Para que esto pueda llevarse
a cabo hacen falta talentos cultivados y consagrados: hacen falta
personas que puedan hacer un trabajo excelente con la mansedum-
bre de Cristo, que mantengan su yo escondido en él. Los novicios
no pueden hacer aceptablemente la obra de revelar el tesoro oculto
para enriquecer a las almas en las cosas espirituales. “Considera
lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.” “Procura con
diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene
de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.
2 Timoteo
2:7, 15
. Este encargo hecho a Timoteo debe constituir una fuerza
educadora en toda familia y escuela.
Se requieren varios esfuerzos de parte de todos los que estén
vinculados con nuestras instituciones, no solamente las escuelas,
sino también los sanatorios y las casas editoriales, para hacer idóneos
a hombres, mujeres y jóvenes para ser colaboradores de Dios. Se
ha de enseñar a los estudiantes a trabajar con inteligencia como
trabajó Cristo; a revelar un carácter cristiano noble y elevado ante
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aquellos con quienes se asocien. Los encargados de preparar a los
jóvenes vinculados con cualquier fase de nuestra obra, debieran ser
hombres que tengan un claro concepto del valor de las almas. A
menos que beban en abundancia del Espíritu Santo, el observador
maligno creará circunstancias molestas. El educador debe ser sabio
para discernir que mientras la felicidad y la bondad ganarán almas,
la aspereza nunca lo logrará. Las palabras y las acciones arbitrarias