Página 145 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Lo que impide la reforma
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firmemente de Cristo. No debe mirar hacia atrás, sino siempre hacia
arriba u obtener un grado de fortaleza moral tras otro. El precio de la
seguridad es la vigilancia personal. Satanás está jugando el juego de
la vida por vuestra alma. No cedáis hacia su lado un solo centímetro,
no sea que obtenga ventaja sobre vosotros.
Si finalmente llegamos al cielo, será por la unión de nuestras
almas a Cristo, afirmándonos en él, y separándonos del mundo, de
sus extravagancias y encantos. Debe haber cooperación espiritual
de nuestra parte con las inteligencias celestiales. Debemos creer,
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trabajar, orar, velar y esperar. Puesto que fuimos adquiridos por el
Hijo de Dios, somos su propiedad y cada uno debiera educarse en
la escuela de Cristo. Tanto maestros como alumnos deben trabajar
diligentemente para la eternidad. El fin de todas las cosas está a las
puertas. Hay necesidad ahora de hombres armados y equipados para
batallar por Dios.
No es a los seres humanos a quienes debemos exaltar, sino a
Dios; el único Dios vivo y verdadero. La vida desinteresada, el
espíritu generoso y de sacrificio, la simpatía y el amor de quienes
están en posiciones de confianza en nuestras instituciones, debieran
tener una influencia purificadora y ennoblecedora que inducirían a
hacer el bien. Estas palabras de consejo no vendrían entonces de
espíritus con suficiencia y jactanciosos; sino sus discretas virtudes
serían de mayor valor que el oro. Si nos aferramos de la naturaleza
divina, obrando sobre el plan de la adición, añadiendo gracia sobre
gracia para perfeccionar un carácter cristiano, Dios obrará sobre el
plan de la multiplicación. Él dice en su palabra: “Gracia y paz os
sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor
Jesús”.
2 Pedro 1:2
.
“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en
su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme
y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”.
Jeremías
9:23, 24
. “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué
pide Jehová de ti: solamente hacer justicia y amar misericordia,
y humillarte ante tu Dios”. “¿Qué Dios como tú, que perdona la
maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo
para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia”.
Miqueas