Página 151 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Carácter y obra de los maestros
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e incitar al alumno a enunciar la verdad en su propio lenguaje para
demostrar que valora su fuerza y se la aplica. Con esmerado esfuerzo
deben grabarse así en la mente las verdades vitales. Podrá ser este
un procedimiento lento; pero vale más que atender con demasiada
prisa asuntos importantes sin darles la consideración debida. Dios
desea que sus instituciones sobrepujen a las del mundo por cuanto
le representan. Quienes se hallen verdaderamente unidos con Dios
mostrarán al mundo que él es quien dirige el timón.
Nuestros maestros necesitan aprender de continuo. Los refor-
madores deben reformarse a sí mismos no sólo en sus métodos de
trabajo, sino también en su corazón. Necesitan ser transformados
por la gracia de Dios. Cuando Nicodemo, un gran Maestro de Israel,
vino a Jesús, el Maestro le reveló las condiciones de la vida divi-
na, y le enseñó cuáles eran las bases de la conversión. Respondió
Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús
y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?
Juan 3:9, 10
Esta pregunta podría dirigirse a muchos de los que ahora ocupan
el puesto de maestros, sin embargo han descuidado la preparación
esencial que los habilite para dicha tarea. Si las palabras de Cristo
fueran recibidas íntimamente, habría una percepción mucho más
elevada y un conocimiento espiritual mucho más profundo de lo que
constituye un discípulo, un sincero seguidor de Cristo y un educador
a quien él pueda aprobar.
Deficiencias de los maestros
Muchos de nuestros maestros tienen bastante que desaprender y
que aprender, en diversos sentidos. A menos que estén dispuestos
a hacer esto, a menos que lleguen a familiarizarse perfectamente
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con la Palabra de Dios y sus inteligencias se dediquen a estudiar las
gloriosas verdades referentes a la vida del gran Maestro, fomentarán
precisamente los errores que el Señor está tratando de corregir. Pla-
nes y opiniones que no debieran concebirse se grabarán en su mente;
y con toda sinceridad llegarán a conclusiones erróneas y peligrosas.
De este modo se sembrará una semilla que no es grano verdadero.
Muchas costumbres y prácticas comunes en la obra escolar, y que
tal vez se tienen por cosas pequeñas, no deben ahora introducirse
en nuestras escuelas. Podrá ser difícil para los maestros abandonar