Página 155 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Carácter y obra de los maestros
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tros, ¿no sería mejor consagrarse plenamente a Dios? ¿Pondríais en
peligro vuestras almas por un servicio dividido?
Tributad el honor debido a Dios por medio de escritos y de la
Palabra. Santificad al Señor Dios en vuestros corazones y manteneos
siempre listos para dar razón de vuestra esperanza, con humildad
y temor, a toda persona que os preguntare. ¿Entenderán esto los
maestros de nuestras escuelas? ¿Adoptarán la Palabra de Dios como
el libro de texto que los capacitará para ser sabios para la salvación?
¿Impartirán esta excelentísima sabiduría a los alumnos, sugiriendo
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ideas claras y precisas para que puedan presentarlas a otros? Puede
parecer que la enseñanza de Palabra de Dios tiene solamente un
efecto ínfimo sobre muchas mentes y corazones; pero si la obra del
maestro ha sido cimentada en Dios, algunas lecciones de verdades
divinas permanecerán en la memoria, aun de los más negligentes.
El Espíritu Santo rociará la semilla sembrada y a menudo brotará
después de muchos días, y producirá fruto para la gloria de Dios.
El gran Maestro que descendió del cielo no ha instruido a nues-
tros maestros para que estudien a los autores famosos. Él dice:
“Venid a mí... Aprended de mí... y hallaréis descanso para vuestras
almas”.
Mateo 11:28, 29
. Cristo ha prometido, y al aprender lec-
ciones de él, hallaremos reposo. Todos los tesoros del cielo fueron
puestos a su disposición a fin de dar estos dones al que busca en
forma diligente y perseverante. Él es hecho “sabiduría, justificación,
y santificación, y redención”.
1 Corintios 1:30
.
Los maestros deben entender cuáles son las lecciones que deben
impartir, o no podrán preparar a los alumnos para ser promovidos
a los grados superiores. Deben estudiar las lecciones de Cristo y
el carácter de su enseñanza. Deben darse cuenta de la libertad que
ellas ofrecen del formalismo y la tradición; y apreciar la origina-
lidad, la autoridad, la espiritualidad, la ternura, la benevolencia y
la accesibilidad de sus enseñanzas. Quienes hacen de la Palabra de
Dios su estudio, quienes cavan en busca de los tesoros de verdad,
llegarán a imbuirse con el espíritu de Cristo, y contemplándolo,
serán transformados a su semejanza. Los que aprecian la Palabra
enseñarán como discípulos que han estado a los pies de Jesús y
se han acostumbrado a aprender de él. En vez de traer libros que
contienen las suposiciones de los autores famosos del mundo, dirán:
“No me tentéis a considerar de poco valor al más grande Autor y