Página 163 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Los internados
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y mujeres de fe, sabiduría y oración. No debieran manifestar una
dignidad severa e inflexible, sino mezclarse con los jóvenes e identi-
ficarse con ellos en sus gozos y tristezas, como también en la diaria
rutina del trabajo. Por lo general, una obediencia alegre y amante
será el fruto de tal esfuerzo.
Deberes domésticos
La educación que los jóvenes de uno y otro sexo que asisten a
nuestros colegios debieran recibir sobre la vida doméstica, mere-
ce especial atención. En la tarea de edificar el carácter, es de gran
importancia que se enseñe a los alumnos que asisten a nuestros
colegios a hacer el trabajo que se les asigna, y librarse de toda ten-
dencia a la pereza. Han de familiarizarse con los deberes de la vida
diaria. Se les debiera enseñar a cumplir bien y esmeradamente sus
deberes domésticos, con el menor ruido y confusión posibles. Todo
debiera hacerse decentemente y con orden. La cocina y cualquier
otra parte de la casa debe mantenerse barrida y limpia. Los libros
deben poder guardarse hasta el momento debido y los estudios no
debieran ser más que los que sea posible atender sin descuidar los
deberes domésticos. El estudio de los libros no debiera absorber
la mente con perjuicio de las obligaciones del hogar, de las cuales
depende la comodidad de la familia.
En el cumplimiento de estos deberes debieran vencerse los há-
bitos de indiferencia, dejadez y desorden; porque, a menos que se
corrijan, esos hábitos serán introducidos en toda fase de la vida y
esta verá arruinada su utilidad para la verdadera obra misionera. Si
no se corrigen con perseverancia y resolución, vencerán al estudiante
para el presente y para la eternidad. Se ha de estimular a los jóvenes
a formar hábitos correctos de vestir, de modo que su apariencia sea
aseada y atractiva; se les ha de enseñar a conservar su ropa limpia y
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cuidadosamente arreglada. Todas sus costumbres debieran ser de tal
carácter que hagan de ellos una ayuda y un alivio para otros.
Se dieron a los ejércitos de los hijos de Israel instrucciones espe-
ciales para que, en sus tiendas y alrededor de ellas, todo estuviese
limpio y en orden; no fuese que el ángel de Dios pasase por medio
de su campamento y viese sus inmundicias. ¿Era el Señor tan me-
ticuloso que se fijaría en estas cosas? Sí, pues se nos dice que si veía