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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
sus inmundicias no podría salir con sus ejércitos a la batalla contra
sus enemigos. Asimismo él ve todas nuestras acciones. Aquel Dios
que tuvo tanto cuidado de que los hijos de Israel adquiriesen hábitos
de limpieza, no sancionará hoy impureza alguna en el hogar.
Dios confió a los padres y maestros la tarea de educar a niños
y jóvenes en este sentido, y de cada acto de la vida se les puede
enseñar lecciones espirituales. Al inculcarles hábitos de limpieza
física, debemos enseñarles que Dios quiere que sean limpios tanto
en su mente como en su cuerpo. Al barrer una habitación pueden
aprender cómo el Señor purifica la mente. No les bastaría cerrar
puertas y ventanas después de poner en la pieza alguna sustancia
purificadora, sino que abrirían las puertas y las ventanas de par en
par y con esfuerzo diligente eliminarían todo el polvo. Del mismo
modo las ventanas de los impulsos y sentimientos han de abrirse
hacia el cielo para expulsar el polvo del egoísmo y de la vanidad
mundana. La gracia de Dios debe barrer las cámaras de la mente
y todo elemento de la naturaleza ha de ser purificado y vitalizado
por el Espíritu de Dios. El desorden y el desaliño en los deberes
diarios llevará al olvido de Dios y a manifestar una piedad formal en
la profesión de la fe, pero sin que sea genuina. Tenemos que velar y
orar; de otro modo estaremos asiéndonos de la sombra y perderemos
la sustancia.
Como hebras de oro, una fe viva debe entretejerse con la expe-
riencia cotidiana en el cumplimiento de las pequeñas obligaciones.
Entonces los alumnos serán inducidos a comprender los principios
puros que según lo ha dispuesto Dios, debieran motivar cada acto
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de sus vidas. Entonces todo el trabajo diario será de tal índole que
promoverá el crecimiento cristiano. Entonces los principios vitales
de la fe, la confianza y el amor hacia Jesús penetrarán hasta en los
detalles más ínfimos de la vida diaria. Se contemplará a Jesús y el
amor hacia él constituirá el móvil constante que proporcione una
fuerza vital a cada obligación asumida. Habrá porfía por la justicia
y una esperanza que “no avergüenza”.
Romanos 5:5
. Todo lo que se
haga se hará para gloria de Dios.
A cada estudiante del internado digo: Sea fiel en las obligaciones
domésticas. Sea fiel en el cumplimiento de las pequeñas respon-
sabilidades. Sea en realidad un cristiano lleno de vida en el hogar.
Gobiernen los principios cristianos su corazón y fiscalicen su con-