Página 165 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

Los internados
161
ducta Preste atención a toda sugerencia dada por el maestro; pero
obre de modo que no sea necesario decirle siempre lo que tiene
que hacer. Discierna las cosas por sí mismo. Vea usted mismo si
en su habitación todas las cosas están limpias y en orden; procure
que nada de lo que haya en ella ofenda a Dios, sino que cuando
los ángeles santos pasen por su pieza se sientan movidos a detener-
se, atraídos por el orden y la limpieza que hay en ella. Al realizar
sus deberes con buena voluntad, con esmero y fidelidad, actuará
como un misionero. Testifique por Cristo. Demuestre que la religión
de Cristo no lo convierte en un individuo—ni en principios ni en
práctica—desaliñado, ordinario, irrespetuoso hacia sus maestros al
punto de prestar poca atención a su consejo e instrucción. Si prác-
tica la religión de la Biblia, ella le hará bondadoso, reflexivo, fiel.
Le inducirá a no descuidar las cosas pequeñas que deben hacerse.
Adopte por lema las palabras de Cristo: “El que es fiel en lo muy
poco, también en lo más es fiel”.
Lucas 16:10
.
La sociabilidad y la cortesía cristiana
El pueblo de Dios no cultiva bastante la sociabilidad cristiana.
Esta rama de la educación no debe descuidarse ni perderse de vista
en nuestras escuelas.
[176]
Se debe enseñar a los alumnos que no son átomos independien-
tes, sino que cada uno es una hebra de hilo que ha de unirse con
otras para completar una tela. En ningún departamento puede darse
esta instrucción con más eficacia que en el internado escolar. Es allí
donde los alumnos están rodeados diariamente de oportunidades
que, si las aprovechan, les ayudarán en gran manera a desarrollar
los rasgos sociales de su carácter. Pueden aprovechar de tal modo
su tiempo y sus oportunidades que logren desarrollar un carácter
que los hará felices y útiles. Los que se encierran en sí mismos y no
están dispuestos a prestarse para beneficiar a otros mediante ami-
gable compañerismo, pierden muchas bendiciones; porque merced
al trato mutuo el entendimiento se pule y refina; por el trato social
se normalizan relaciones y amistades que acaban en una unidad de
corazón y en una atmósfera de amor agradables a la vista del cielo.
Especialmente aquellos que han gustado el amor de Cristo debie-
ran desarrollar sus facultades sociales; pues de esta manera pueden