Página 170 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

166
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
suelo o en otras actividades, deben tener tiempo y oportunidad para
poder asociar lecciones prácticas y espirituales que han aprendido
con sus labores. En todos los deberes prácticos de la vida, deben
hacerse comparaciones con las enseñanzas de la naturaleza y de la
Biblia.
Los motivos que en algunos lugares nos han inducido a alejarnos
de las ciudades y a situar nuestras escuelas en el campo, se adaptan
bien a las escuelas que vayamos a establecer en otros lugares. El
gastar dinero en construcciones adicionales cuando una escuela está
ya muy endeudada, no está de acuerdo con el plan de Dios. Si el
dinero que nuestras escuelas más grandes emplearon en edificios
costosos se hubiese invertido en la adquisición de terrenos donde los
alumnos pudiesen haber recibido una educación apropiada, no habría
ahora un número tan grande de alumnos luchando bajo la carga de
una pesada deuda, y la obra de dichas instituciones se hallaría en
una condición más próspera. Si se hubiese seguido esa conducta,
habría habido algunas quejas de parte de los alumnos y muchas
objeciones de parte de los padres; pero los alumnos habrían obtenido
una educación adecuada que los habría preparado no solamente para
la labor práctica en oficios diversos, sino para un lugar en la viña del
Señor en la tierra renovada.
Si todas nuestras escuelas hubieran estimulado el trabajo en los
diversos ramos de la agricultura, habrían alcanzado resultados muy
diferentes. No habría desalientos tan grandes. Se habrían vencido las
influencias opositoras; habrían cambiado las condiciones financieras.
En cuanto a los alumnos, el trabajo habría sido equilibrado, y todos
participando proporcionalmente, se habría desarrollado una mayor
fuerza física y mental. Pero la instrucción que el Señor tuvo a bien
dar se acogió tan tibiamente que no se han vencido los obstáculos.
Revela cobardía el avanzar con tanta lentitud e incertidumbre
en lo que concierne al trabajo, fase esa que ha de suministrar el
mejor tipo de educación. Mirad la naturaleza. Hay sitio dentro de
[182]
sus vastos límites para establecer escuelas donde los terrenos puedan
ser preparados para la labranza y cultivados. Este trabajo es esencial
para la educación que más favorece el progreso espiritual; pues la
voz de la naturaleza es la voz de Cristo que nos enseña lecciones
innumerables de amor, poder, sumisión y perseverancia. Algunos no
aprecian el valor del trabajo agrícola. Estos no debieran estar a cargo