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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Debe reservarse terreno
El Señor quiere que los terrenos que rodean al colegio se le
dediquen a él como su aula personal. Estamos situados donde hay
abundancia de tierra, por lo que los terrenos adyacentes al colegio
y la iglesia no deben ocuparse para domicilios privados. No todos
los que creen la verdad para este tiempo han experimentado una
transformación en su carácter. No todos dan un buen ejemplo porque
no representan el carácter de Cristo. Muchas personas que desearían
relacionarse con la iglesia y la escuela, no prestarían ayuda, sino que
serían estorbos. Creen que ellos deben ser ayudados y favorecidos.
No aprecian el carácter ni la situación de la obra en que estamos
empeñados. No comprenden que todo lo hecho en Avondale se ha
llevado a cabo con penoso trabajo y mediante el empleo de dinero
dado con sacrificio, o que se se recibió en préstamo.
Entre las personas que desearán establecerse cerca de nuestras
escuelas, habrá algunos que tienen un elevado concepto de sí mismos
y se preocupan mucho de su propia reputación. Son quisquillosos y
revoltosos. Necesitan convertirse, por cuanto están lejos de hallarse
en condición de recibir la bendición del Señor. Satanás los tienta
a que pidan favores que si se conceden, sólo los perjudicarán, y
acarrearán ansiedad a sus hermanos. Los principios vivificantes de
la Palabra de Dios tienen que introducirse en la vida de muchos que
ahora no encuentran lugar para ellos. Los que están aprendiendo en
la escuela de Cristo, considerarán cada favor proveniente de Dios
como demasiado bueno para ellos. Reconocerán que no merecen
todo lo bueno que reciben y se tendrán por dichosos. Sus rostros ma-
nifestarán paz y descanso en el Señor, por cuanto tienen la promesa
de que Dios cuida de ellos.
“Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis
pies: ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar
de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas
fueron, dice Jehová; pero mirare a aquél que es pobre y humilde
de espíritu, y que tiembla a mi palabra”
Isaías 66:1, 2
. Durante
los últimos días del año 1898 ocurrieron muchos incidentes que
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nos enseñaron lo que estas palabras significan. Mi corazón estaba
sumamente abrumado cuando se me me revelaron asuntos relativos
a los males que ocurrirían si se entregara el terreno adyacente al