Página 187 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Los colegios y las escuelas de iglesia
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Señor exhorta a todos los que son israelitas espirituales de verdad a
prepararse para aquel suceso. A los padres les hace llegar este grito
de alarma: Juntad a vuestros hijos en vuestros hogares; separadlos
de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios, que enseñan
y practican lo malo. Salid de las grandes ciudades tan pronto como
os sea posible. Estableced escuelas de iglesia. Dad a vuestros hijos
la Palabra de Dios por fundamento de toda su educación. Ella está
llena de hermosas lecciones y si los alumnos la convierten en tema
de estudio en el curso primario de esta vida, estarán preparados para
el curso superior en la por venir.
La Palabra de Dios nos habla así: “No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia
con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y
qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el creyente con el
incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios con los
ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios
dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré su Dios, y ellos serán mi
pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice
el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para
vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor
Todopoderoso”.
2 Corintios 6:14-18
. ¿Dónde están vuestros hijos?
¿Los estáis educando para que disciernan y eviten las corrupciones
que imperan en el mundo por la concupiscencia? ¿Estáis tratando de
salvar sus almas, o por vuestra negligencia estáis colaborando con
su destrucción?
Los niños descuidados
En general, no se ha prestado suficiente atención a nuestros me-
nores y adolescentes. Los miembros de mayor edad de la iglesia no
los han mirado con ternura y simpatía, con deseos de que progre-
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sen en la vida santificada, y, por lo tanto, los menores han dejado
de desarrollarse en la vida cristiana como debieran haberlo hecho.
Algunos miembros de la iglesia que en el pasado amaron y temieron
a Dios permiten ahora que sus negocios lo absorban todo y esconden
su luz debajo de un almud. Se han olvidado de servir a Dios y están
haciendo de sus negocios la tumba de su religión.