Página 189 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Los colegios y las escuelas de iglesia
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del campo y pasó ante Samuel, el Señor dijo: “Levántate y úngelo,
que este es”. ¿Quién podría determinar cuál joven miembro de una
familia, resultaría un eficiente servidor en la obra de Dios? Se debe
permitir a todos los jóvenes gozar de los beneficios y privilegios de
la educación en nuestras escuelas, a fin de que reciban estímulo para
ser colaboradores de Dios.
Se necesitan escuelas de iglesia
Muchas familias que con el objeto de educar a sus hijos se
trasladan a los lugares donde están establecidas nuestras escuelas
principales prestarían mejor servicio al Maestro si se quedaran donde
se encuentran. Debieran animar a la iglesia de la cual son miembros a
establecer una escuela de iglesia donde los niños que habiten dentro
de sus confines puedan recibir una educación cristiana perfecta y
práctica. Sería muchísimo mejor para sus hijos, para ellos mismos y
para la causa de Dios, si se quedaran en las iglesias más pequeñas,
donde más se necesita su ayuda; en lugar de ir a las más grandes,
donde, a causa de que no se les necesita, existe la constante tentación
a caer en la inercia espiritual.
Dondequiera que haya unos cuantos observadores del sábado, los
padres deben unirse para habilitar un lugar destinado a una escuela
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de iglesia donde sus menores y los adolescentes puedan ser enseña-
dos. Deben emplear a un maestro cristiano que, como consagrado
misionero, eduque a los niños de manera que los encamine hacia la
vocación misionera. Se deben contratar maestros que impartan una
educación apropiada en los ramos comunes, haciendo de la Biblia el
fundamento y el centro de todo estudio. Los padres deben ceñirse
la armadura, y mediante su propio ejemplo enseñar a sus hijos a ser
misioneros. Deben trabajar mientras dure el día; porque “la noche
viene, cuando nadie puede trabajar”.
Juan 9:4
. Si quieren hacer es-
fuerzos abnegados, enseñando con perseverancia a sus hijos a llevar
responsabilidades, el Señor obrará con ellos.
Algunas familias de observadores del sábado viven aisladas o
muy separadas de otras de la misma fe. Ocasionalmente han enviado
a sus hijos a nuestras escuelas de internos, donde recibieron marcado
beneficio, regresando después para ser una bendición en su propio
hogar. Pero algunas no pueden enviar a sus hijos lejos del hogar