Página 192 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

188
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
y manifiestan indiferencia hacia los que son menos atractivos o por
los que son inquietos y nerviosos, no deben ser empleados; pues el
resultado de su trabajo será una pérdida de almas para Cristo.
Se necesitan maestros, especialmente para los niños, que sean
apacibles y bondadosos; y que manifiesten indulgencia y amor pre-
cisamente por aquellos que más lo necesiten. Jesús ama a los niños;
[205]
los considera como los miembros más jóvenes de la familia del Se-
ñor. Él siempre los trató con bondad y respeto, y los maestros han de
seguir su ejemplo. Debieran poseer el verdadero espíritu misionero;
pues los niños deben prepararse para ser misioneros. Los maestros
deben sentir que el Señor les ha confiado, en solemne custodia, las
almas de los niños y jóvenes.
Nuestras escuelas de iglesia necesitan maestros que tengan ele-
vadas cualidades morales; maestros en quienes se pueda confiar; que
sean de fe sana y tengan tacto y paciencia; que anden con Dios y se
abstengan de toda apariencia de mal. En su trabajo habrá nubes y
oscuridad, borrascas y tempestades. Tendrán que afrontar prejuicios
provenientes de padres que tienen ideas incorrectas respecto al ca-
rácter que deben adquirir sus hijos; pues hay muchos que aseveran
creer en la Biblia al paso que dejan de sembrar sus principios en la
vida doméstica. Con todo, si los maestros son alumnos perseverantes
en la escuela de Cristo, estas circunstancias no los vencerán.
Busquen los padres al Señor con fervor intenso, para que no
sean piedras de tropiezo en el camino de sus hijos. Desalójense del
corazón la envidia y los celos y que la paz de Cristo venga a reempla-
zarlos para unir a los miembros de la iglesia en verdadera comunión
cristiana. Ciérrense las ventanas del alma a los ponzoñosos miasmas
de la tierra y ábranse hacia el cielo, para recibir los rayos sanadores
del sol de la justicia de Cristo. Mientras que el espíritu de crítica y
suspicacia no sea desalojado del corazón, el Señor no podrá hacer
por la iglesia lo que él anhela conseguir en lo que se refiere a abrir el
camino para el establecimiento de escuelas. Mientras no haya unión,
el Señor no obrará en aquellos a quienes confió recursos y capacidad
para hacer adelantar esta obra. Los padres deben alcanzar una norma
más elevada, seguir el camino del Señor y practicar la justicia para
ser portadores de luz. Debe haber una transformación completa de
la mente y del carácter. Un espíritu de desunión, albergado en el
corazón de unos pocos, se transmitirá de por sí a otros y destruirá