Página 205 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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La administración de los colegios y las finanzas
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ha dado una luz clara en cuanto a que aquellos que ministran en
nuestras escuelas enseñando la Palabra de Dios, explicando las Es-
crituras, educando a los alumnos en las cosas de Dios, deben ser
pagados con el diezmo. Hace mucho que fue dada esta instrucción y
recientemente se ha repetido numerosas veces.
Dondequiera que se hayan establecido colegios, se han de em-
plear administradores entendidos, “hombres aptos, que teman a Dios,
hombres de verdad, que aborrezcan la avaricia,” hombres que harán
lo mejor que puedan para cumplir con las diversas responsabilidades
de sus puestos. Deben tener aptitud para los negocios; pero de mayor
importancia aún es que anden humildemente ante Dios y que sean
guiados por el Espíritu Santo. Hombres tales serán enseñados por
Dios y buscarán el consejo de sus hermanos; es necesario que sean
hombres de oración.
Los administradores de nuestros colegios deben obrar guiados
por objetivos nobles y trabajar con móviles puros. En su abnegación
recordarán que otras partes del gran campo necesitan las mismas
instalaciones provistas para la escuela que está a su cargo. En cada
actividad recordarán que la igualdad y la unidad deben conservarse.
Calcularán cuidadosamente los gastos de cualquier empresa y se
esforzarán para no absorber una cantidad de dinero tan grande, que
por tal motivo otros campos misioneros se vean privados de las
facilidades indispensables para el buen éxito de la obra.
A menudo se han asignado a algunos ministros responsabilidades
para las cuales no estaban en forma alguna preparados. Pónganse
estas responsabilidades sobre hombres que tengan tacto comercial,
hombres que puedan dedicarse a los negocios, que puedan visitar los
colegios y tomar nota de sus condiciones financieras, y que puedan,
además, suministrar instrucciones respecto a cómo llevar las cuentas.
La obra de los colegios debiera inspeccionarse varias veces al año.
Actúen los ministros como consejeros, pero no se les impongan las
responsabilidades financieras.
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Supervisión por el auditor de la Asociación General
El Señor me ha indicado que hombres entendidos y con aptitud
para las finanzas deben visitar nuestros colegios y enterarse de su
situación financiera. Este asunto no debe dejarse a los ministros ni a