Página 21 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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El propósito de Dios para la iglesia
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voluntad a la de Dios, pero no puede acallar dicha orden. Aunque
la mente humana sea incapaz de comprender su obligación hacia
el poder superior, no por eso puede evadirla. Pueden abundar las
teorías y especulaciones complicadas, los hombres pueden tratar de
oponer la ciencia a la revelación para desechar la ley de Dios; pero
el Espíritu les presentará con fuerza cada vez más intensa la orden:
“Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”.
Mateo 4:10
.
¿Cómo considera el mundo la ley de Dios? Por doquiera la gente
se rebela contra los preceptos divinos. En su deseo de evadir la cruz
que acompaña a la obediencia, aun las iglesias están poniéndose
de parte del gran apóstata al sostener que la ley de Dios ha sido
cambiada o abrogada. La gente, en su ceguera, se jacta de haber
realizado progresos admirables y adquirido iluminación espiritual;
pero los vigilantes celestiales ven que la tierra está toda llena de
corrupción y violencia. A causa del pecado la atmósfera de nuestro
mundo ha llegado a ser semejante a la de un hospital de infecciosos.
Se debe realizar una obra de gran importancia en la divulgación
de las verdades salvadoras del Evangelio, ya que es el medio ordena-
do por Dios para detener la marea de corrupción. Es el medio que él
emplea para restaurar su imagen moral en los seres humanos. Es su
remedio para la desorganización universal. Es el poder que une a la
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gente. La divulgación de estas verdades es el propósito del mensaje
del tercer ángel. El Señor desea que la proclamación de este mensaje
sea la obra más destacada y grandiosa que se lleve hoy a cabo.
Satanás insta constantemente a los seres humanos a aceptar sus
normas. Así procura contrarrestar la obra de Dios. Trata continua-
mente de presentar al pueblo escogido de Dios como un pueblo que
ha sido engañado. Es el acusador de los hermanos, y emplea en
forma persistente su poder contra los que obran justicia. El Señor
desea contestar por medio de su pueblo las acusaciones de Satanás,
mostrando a través del mismo el resultado de la obediencia a los
principios correctos.
Toda la luz dada en tiempos pasados, y toda la que resplandece
actualmente y se extiende hasta el futuro, según se revela en la Pala-
bra de Dios; es para todo aquel que desee recibirla. La gloria de esa
luz, que es la misma gloria del carácter de Cristo, debe manifestarse
en el cristiano de manera individual, en la familia, en la iglesia, en
el ministerio de la Palabra y en toda institución establecida por el