Página 220 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
que sufre para inducirlo a mirar al que puede salvar hasta lo sumo a
todos los que se allegan a él en busca de salvación.
Cuando el Espíritu de Dios obra sobre la mente del afligido y
lo induce a buscar la verdad; el médico debe trabajar por el alma
preciosa como lo hacía Cristo. No trate de insistir ante él acerca de
ninguna doctrina especial, sino señálele a Jesús como el Salvador
que perdona el pecado. Los ángeles de Dios impresionarán la mente.
Algunos se niegan a ser iluminados por la luz que Dios quisiera
dejar resplandecer en las cámaras del espíritu y en el templo del
alma; pero muchos responderán a ella, y en esas mentes quedarán
disipados el engaño y el error en sus diversas formas.
Debe aprovecharse cuidadosamente toda oportunidad de trabajar
como Cristo trabajó. El médico debe hablar de la ternura y del
amor de Cristo y de las obras de sanidad que realizó. Debe creer
que Jesús es su compañero y que está a su lado. “Porque nosotros,
somos colaboradores de Dios”
1 Corintios 3:9
. El médico nunca
debe descuidar la oportunidad de dirigir la mente de sus pacientes a
Cristo, el Médico supremo. Si el Salvador mora en su corazón, sus
pensamientos serán siempre encauzados hacia el Sanador del alma y
el cuerpo. Conducirá la mente de sus pacientes a Aquel que puede
curarlos, al que, mientras estaba en la tierra, devolvía la salud a los
enfermos y sanaba el alma tanto como el cuerpo, diciendo: “Hijo,
tus pecados te son perdonados”.
Marcos 2:5
.
El médico nunca debe dejar que la familiaridad con el dolor
le haga descuidado o carente de simpatía. En caso de enfermedad
grave, el paciente siente que está a merced del médico. Lo considera
su única esperanza terrenal, y este debe conducir al alma temblorosa
hacia el Hijo de Dios, que dio su vida para salvarlo de la muerte,
que se compadece del doliente y quien, por su poder divino, dará
habilidad y sabiduría a los que se las pidan.
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Cuando el paciente no sabe en qué terminará su caso, es la
oportunidad del médico para impresionar su mente. No debe hacerlo
con el deseo de hacerse notar, sino para conducir el alma a Cristo
como Salvador personal. Si se salva, es un alma por la cual el médico
debe velar. El paciente siente que la vida del médico forma parte
de su vida. ¿Y con qué fin ha de aprovecharse esta gran confianza?
Siempre para ganar un alma para Cristo y magnificar el poder de
Dios.