Página 232 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
que es exactamente la que puede realizar, está descuidando deberes,
que adecuadamente ejecutados, resultarían en la propagación de la
verdad y prepararía a la gente para la gran crisis que se avecina.
Dios no puede otorgar medidas más abundantes de poder, físi-
cas o mentales, a los que procuran llevar cargas que no se les han
asignado. Cuando los obreros se sobrecargan con tales responsabi-
lidades, no importa cuán buena sean, sus fuerzas físicas se agotan
y sus mentes se desconciertan, y no pueden lograr el éxito óptimo
obtenible.
Los médicos de nuestras instituciones no debieran dedicarse a
tantas empresas y así permitir que su trabajo se debilite, cuando
debieran sostenerse sobre principios rectos y ejercer una influencia
que abarque a todo el mundo. Dios no ha dispuesto que sus colabora-
dores abarquen tantas cosas, tracen planes demasiado extensos, hasta
el punto de fracasar en las responsabilidades que se les han asignado
para que logren el sublime bien que él espera que realicen mediante
la difusión de luz al mundo, atrayendo a mujeres y hombres mientras
él los dirige mediante su suprema sabiduría.
El enemigo ha determinado contrarrestar los designios que Dios
formuló para beneficiar a la humanidad mediante la revelación de lo
que constituye la auténtica obra médica misionera. Se han introdu-
cido numerosas ideas acerca de que los obreros no pueden realizar
todas las cosas de acuerdo con el modelo mostrado en el monte. Se
me ha instruido para que diga que la obra asignada a los médicos en
nuestras instituciones es suficiente para ellos, y que el Señor requiere
que se unan estrechamente con los evangelistas misioneros y lleven a
cabo sus tareas con fidelidad. Dios no ha pedido a nuestros médicos
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que se envuelvan en un variado y abarcante trabajo como lo han he-
cho algunos. No ha determinado que la obra especial de los médicos
sea trabajar por los que se encuentran en los antros de iniquidad en
nuestras populosas sociedades. El Señor no requiere imposibilidades
de sus siervos. La obra que él ha encargado a nuestros médicos es
exponer ante el mundo el ministerio del Evangelio mediante la obra
médica misionera.
El Señor no coloca sobre su pueblo toda la carga de tener que
trabajar por una clase tan endurecida por el pecado, que muchos de
ellos mismos no recibirían beneficio ni tampoco se beneficiaría a
otros. Si hay personas que pueden responsabilizarse por el trabajo