Página 236 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

232
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
No podemos confiar en ningún hombre, no importa cuán ilustre
y encumbrado sea, a menos que tenga su confianza firme y defi-
nitivamente anclada en Dios. Cuál debe haber sido el poder del
enemigo sobre Salomón, un hombre quien fue llamado tres veces
por la inspiración, el amado de Dios, y a quien se le encargó la gran
obra de construir el templo. Mientras se desarrollaba el programa de
construcción, Salomón efectuó una alianza con naciones idólatras.
Por sus casamientos se ató con mujeres paganas por cuya influencia
[253]
en sus últimos años, abandonó el templo de Dios para adorar en los
altares que él había construído para los ídolos de ellas.
También los hombres en la actualidad ponen a Dios a un lado co-
mo insuficiente para ellos. Recurren a hombres del mundo en busca
de reconocimiento y piensan que por medio de la influencia obtenida
del mundo, podrán lograr grandes cosas. Pero están equivocados. Al
confiar en la ayuda del mundo en vez de la ayuda de Dios, descartan
la obra que Dios desea realizar por medio de su pueblo escogido.
Cuando el médico se relaciona con las clases sociales más privi-
legiadas, que no sienta que debe ocultar las características peculiares
resultantes de la santificación que se efectúa por medio de la verdad.
Los médicos que deciden formar parte de la obra de Dios, deberán
cooperar con él como sus instrumentos escogidos; deberán dedicar
todas sus fuerzas y eficiencia para destacar la importancia de la obra
del pueblo observador del sábado. Quienes por su sabiduría huma-
na procuran ocultar las características peculiares que distinguen al
pueblo de Dios del mundo, perderán su espiritualidad y no serán
sostenidos por más tiempo por el poder de Dios.
Nuestros obreros médicos jamás debieran concebir que sea in-
dispensable aparentar ser acaudalados. Existe la gran tentación de
hacerlo, suponiendo que así se obtendrá una mayor influencia. Pero
se me ha encargado que diga que así se conseguirá únicamente el
efecto opuesto.
Todos los que procuran sobresalir mediante el recurso de con-
formarse con el mundo, dan un ejemplo de falsas apariencias. Dios
reconoce como suyos solamente a los que practican la abnegación y
el sacrificio, lo cual él ha ordenado. Los médicos deben entender que
su poder radica en ser mansos y sencillos de corazón. Dios honrará
a los que dependen de él.