Página 264 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Cuidado de los huérfanos
Entre todos aquellos cuyas necesidades requieren nuestro interés,
las viudas y los huérfanos tienen el mayor derecho a nuestra tierna
simpatía. Son objeto del cuidado especial del Señor confiados a los
cristianos. “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre
es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y
guardarse sin mancha de este mundo”.
Santiago 1:27
.
Más de un padre que murió en la fe, confiado en la eterna pro-
mesa de Dios, dejó a sus amados con la plena seguridad de que el
Señor los cuidaría. Y ¿cómo provee el Señor para estos acongo-
jados? No realiza un milagro enviando maná del cielo; no manda
cuervos que les lleven alimento: provee a través de los corazones
humanos, expulsando el egoísmo del alma y abriendo las fuentes
de la benevolencia. Prueba el amor de quienes profesan seguirle,
confiando a sus tiernas misericordias a los afligidos y a los enlutados.
Que aquellos que aman al Señor abran su corazón y sus hogares
para recibir a estos niños. No es el mejor plan cuidar a los huér-
fanos en grandes instituciones. Si no tienen parientes que puedan
sostenerlos, los miembros de nuestras iglesias deben adoptar a estos
pequeñuelos en sus familias o hallar hogares apropiados para ellos
en otras casas.
Estos niños son en un sentido especial seres en quienes Cristo se
fija, y descuidarlos es ofenderlo a él. Todo acto bondadoso expresado
a ellos en el nombre de Jesús será aceptado por él como hecho a él
mismo. Los que de alguna manera los privan de los recursos que
debieran tener, los que consideran con indiferencia sus necesidades,
serán castigados por el Juez de toda la tierra. “¿Y acaso Dios no hará
justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en
responderle? Os digo que pronto les hará justicia”. “Porque juicio
sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia”
Lucas 18:7, 8
;
Santiago 2:13
. El Señor nos ordena: “¿No es que... a
los pobres errantes alberguez en casa?”
Isaías 58:7
. El cristianismo
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debe proporcionar padres y madres y casas, a esos desamparados. La
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