Página 281 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Descuidados por la iglesia y el ministerio
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enfermos y a los afligidos siempre que se presente la oportunidad.
El ministro del Evangelio debe presentar el mensaje para que las
personas sean santificadas y estén listas para la venida del Señor.
Esta obra debe cubrir todo lo que abarca el ministerio de Cristo.
Entonces, ¿por qué no todos los ministros cooperan de corazón
con los que llevan adelante la obra médica misionera? ¿Por qué no
estudian cuidadosamente la vida de Cristo, para saber cómo trabajó
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él y así imitarlo? ¿Es para que vosotros, los ministros escogidos
de Cristo, los que disfrutáis de su ejemplo ante vosotros, salgáis al
frente y critiquéis precisamente la obra que él vino a realizar entre
los hombres? La obra que se lleva a cabo ahora en las filas médi-
cas misioneras debiera haberse hecho hace muchos años, y debió
haberse completado si el pueblo de Dios hubiera estado plenamente
convertido a la verdad, si hubiera estudiado la palabra con corazón
humilde, si hubiera reverenciado al Dios del universo y estudiado
su voluntad en vez de practicar la complacencia de sí mismos. Si
nuestro pueblo hubiera realizado esta obra, muchas personas con
dones e influencia se habrían convertido y unido a nosotros en la
proclamación del mensaje del pronto regreso de Cristo.
Los conocedores de la fisiología y la higiene descubrirán en su
quehacer ministerial que este conocimiento es un medio por el cual
pueden iluminar a otros respecto al tratamiento correcto e inteligente
de las facultades físicas, mentales y morales. Por lo tanto, los que
se preparan para el ministerio debieran estudiar diligentemente el
organismo humano para saber cómo cuidar el cuerpo, no a través de
productos químicos en forma de medicamentos, sino del laboratorio
mismo de la naturaleza. El Señor bendecirá a todos los que hagan
esfuerzos por mantenerse libres de enfermedad y que guíen a otros
a considerar como sagrada la salud, tanto del cuerpo como del alma.
Los embajadores de Cristo, a quienes se han encargado los orácu-
los vivientes de Dios, pueden ser doblemente útiles si saben cómo
ayudar al enfermo. Un conocimiento práctico de la reforma pro salud
capacitará mejor a hombres y mujeres para proclamar el mensaje de
misericordia y retribución al mundo.
Los ministros deben ser educadores que comprenden y aprecian
las necesidades de la humanidad. Debieran animar a los miembros
de iglesia a adquirir conocimiento práctico de todos los aspectos de
la obra misionera, para que sean una bendición para todos. Debieran