Página 308 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Los que han adquirido experiencia en este trabajo tienen un
deber especial que cumplir. Educad, educad, educad a jóvenes de
ambos sexos para que vendan los libros que los siervos del Señor
escribieron, movidos por su Espíritu Santo. El Señor desea que sea-
mos fieles en preparar a los que aceptan la verdad, para que puedan
creer con un propósito y trabajar inteligentemente según el méto-
do del Señor. Relaciónense las personas inexpertas con obreros de
experiencia para aprender a trabajar. Busquen muy fervorosamente
al Señor. Pueden hacer una buena obra en el colportaje si obedecen
las palabras: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”.
1 Timoteo
4:16
. Los que den evidencia de ser verdaderamente convertidos y
que abracen el colportaje verán que es la mejor preparación para
otros ramos de labor misionera.
Si los que conocen la verdad la quieren practicar, idearán méto-
dos para encontrar a la gente donde está. Fue la providencia de Dios
la que en los comienzos de la iglesia cristiana dispersó a los santos y
los hizo salir de Jerusalén a muchas partes del mundo. Los discípulos
de Cristo no permanecieron allí ni en las ciudades cercanas, sino
que traspusieron los límites de su propio país y siguieron las grandes
vías de comunicación, buscando a los perdidos para llevarlos a Dios.
Hoy el Señor desea ver su obra realizada en muchos lugares. No
limitemos nuestras labores a unas pocas localidades.
No debemos desalentar a nuestros hermanos ni debilitar sus
manos de manera que la obra que el Señor desea realizar por su
intermedio no se haga. No se dedique demasiado tiempo a preparar
a los hombres para que hagan obra misionera. La instrucción es
necesaria, pero recuerden todos que Cristo es el gran Maestro y la
Fuente de toda verdadera sabiduría. Conságrense a Dios jóvenes y
ancianos, emprendan la obra y, trabajando con humildad, avancen
bajo el control del Espíritu Santo. Salgan al campo de trabajo los
que han estado en la escuela, y pongan en práctica el conocimiento
adquirido. Si los colportores hacen esto, usando la capacidad que
Dios les ha dado, buscando su consejo y combinan el trabajo de
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vender libros con la obra personal en favor de la gente, sus talentos se
desarrollarán al ejercitarlos y aprenderán muchas lecciones prácticas
que no podrían aprender en la escuela. La educación obtenida de
esta forma puede llamarse, con propiedad, educación superior.