Página 322 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
El deseo de hacer ostentación para agasajar a las visitas crea inú-
tiles congojas y cargas. A fin de preparar gran variedad de manjares
para la mesa, la dueña de casa trabaja demasiado; y debido a los
muchos platos preparados, los huéspedes comen en exceso; la enfer-
medad y los padecimientos son el resultado del trabajo excesivo por
un lado y el comer demasiado por el otro. Estos elaborados festines
son una carga y un perjuicio.
Pero el Señor quiere que cuidemos los intereses de nuestros
hermanos y hermanas. El apóstol Pablo presenta una ilustración de
esto. Dice a la iglesia de Roma: “Os recomiendo además nuestra
hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la
recibáis en el Señor, como es digno a los santos, y que la ayudéis en
cualquier cosa que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a
muchos, y a mí mismo”.
Romanos 16:1, 2
. Febe había atendido al
apóstol, y se destacaba por su hospitalidad para los forasteros que
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necesitaban cuidados. Su ejemplo debe ser imitado por las iglesias
de hoy.
A Dios le desagrada el interés egoísta tan a menudo manifestado
cuando se dice: “Para mí y mi familia”. Cada familia que alberga
este espíritu necesita ser convertida por los principios puros ejempli-
ficados en la vida de Cristo. Los que se encierran en sí mismos, que
no están dispuestos a atender visitas, pierden muchas bendiciones.
Algunos de nuestros obreros trabajan donde es necesario aten-
der con frecuencia a visitas, sean nuestros hermanos o forasteros.
Algunos insisten en que la Asociación debiera tomar nota de ello, y
que además de su sueldo regular se les debiera conceder una canti-
dad suficiente para cubrir estos gastos adicionales. Pero el Señor ha
encomendado la obra de la hospitalidad a todo su pueblo. La orden
divina no es que una o dos personas hagan toda la obra hospitalaria
de una Asociación o una iglesia, o que se pague a los obreros para
alojar y alimentar a sus hermanos. Esto es algo inventado por el
egoísmo, y los ángeles de Dios toman nota de estas cosas.
Los que viajan de lugar en lugar como evangelistas o misioneros
en cualquier ramo, deben recibir hospitalidad de los miembros de las
iglesias con quienes trabajen. Hermanos y hermanas, dad albergue
a estos obreros, aun cuando sea a costa de considerable sacrificio
personal.