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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
dado al mundo como señal de que Dios es el Creador, es también
la señal de que es el Santificador. El poder que creó todas las cosas
es el poder que vuelve a crear el alma a su semejanza. Para quienes
lo santifican, el sábado es una señal de santificación. La verdadera
santificación es armonía con Dios, unidad con él en carácter. Se
recibe obedeciendo a los principios que son el trasunto de su carácter.
Y el sábado es la señal de obediencia. El que obedece de corazón al
cuarto mandamiento, obedecerá toda la ley. Queda santificado por la
obediencia.
A nosotros, como a Israel, nos es dado el sábado “por pacto
perpetuo”. Para los que reverencian el santo día, el sábado es una
señal de que Dios los reconoce como su pueblo escogido. Es una
garantía de que cumplirá su pacto en su favor. Cada alma que acepta
la señal del gobierno de Dios, se coloca bajo el pacto divino y eterno.
Se vincula con la cadena áurea de la obediencia, de la cual cada
eslabón es una promesa.
De los diez mandamientos, sólo el cuarto contiene el sello del
gran Legislador, Creador del cielo y de la tierra. Los que obedecen
este mandamiento toman sobre sí su nombre, y son suyas todas las
bendiciones que entraña. “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla
a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel,
diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde: haga resplandecer su
rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia: Jehová alce a ti su rostro,
y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y
yo los bendeciré”.
Números 6:22-27
.
Por medio de Moisés fue dada también la promesa: “Te confir-
mará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando
guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus
caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de
Jehová es invocado sobre ti... Te pondrá Jehová por cabeza, y no por
cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo; si obedecieres
a los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para
que los guardes y cumplas”.
Deuteronomio 28:9-13
.
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El salmista, hablando por el Espíritu Santo, dice:
“Venid, aclamemos alegremente a Jehová;
cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación...
Porque Jehová es Dios grande,