Página 340 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
esas cosas, les pudiesen repetir toda la historia. Así eran recordados,
el trato providencial y la señalada bondad y misericordia de Dios
manifesadas en su cuidado y en la liberación de su pueblo. Se
nos exhorta a traer “a la memoria los días pasados, en los cuales,
después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de
padecimientos”.
Hebreos 10:32
. El Señor ha obrado como un Dios
realizador de prodigios en favor de su pueblo en esta generación. Es
necesario recordar con frecuencia a los hermanos jóvenes y ancianos,
la historia pasada de la causa de Dios. Necesitamos relatar a menudo
la bondad de Dios y alabarle por sus obras admirables.
Aunque se nos exhorta a no dejar nuestras reuniones, esas asam-
bleas no han de ser meramente para nuestro refrigerio. Debemos
sentir mayor celo para impartir el consuelo que hemos recibido. De-
bemos ser muy celosos para la gloria de Dios y no atraerle oprobio,
ni aun por la tristeza de nuestro rostro ni por palabras imprudentes,
como si los requerimientos de Dios restringieran nuestra libertad.
Aun en este mundo de pesar, desengaño y pecado, desea el Señor que
estemos alegres y fuertes en su fortaleza. La persona total tiene el
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privilegio de dar un testimonio decidido en todo lo que sea necesario.
Mediante nuestro semblante, genio, palabras y carácter, debemos
testificar que el servicio de Dios es bueno. Así proclamamos que “la
ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”.
Salmos 19:7
.
La fase alegre y alentadora de nuestra religión será representada
por todos los que se consagran diariamente a Dios. No debemos
deshonrar a Dios con un lastimero relato de las pruebas que pare-
cen gravosas. Todas las pruebas que se reciban como medios de
educarnos producirán gozo. Toda la vida religiosa será elevadora
y ennoblecedora, fragante de buenas palabras y obras. Agrada al
enemigo que las almas estén deprimidas, abatidas, llorosas y que-
josas; quiere que así sean precisamente las impresiones que deje el
efecto de nuestra fe. Pero Dios quiere que la mente no se rebaje a
un nivel inferior. Desea que cada persona triunfe con el poder y el
cuidado del Redentor. El salmista dice: “Tributad a Jehová, oh hijos
de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la
gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la
santidad”. “Te glorificaré, oh Jehová; porque me has exaltado, y no
permitiste que mis enemigos se alegraran de mí. Jehová Dios mío,