Página 347 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Reavivamiento de la reforma pro salud
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La dieta
Nuestros hábitos de comer y beber muestran si pertenecemos al
mundo o si estamos entre los que el Señor, con su poderosa espada
de la verdad, ha separado del mundo. Ellos son su pueblo especial,
dedicado a hacer el bien. Dios ha hablado mediante su palabra. El
ejemplo de Daniel y sus tres compañeros constituye un auténtico
sermón acerca de la reforma pro salud. Dios ha hablado mediante la
historia de los hijos de Israel, a quienes por su propio bienestar les
negó el consumo de carne. Los alimentó con “pan del cielo” (
Juan
6:32
), los hombres consumieron comida de ángeles. No obstante,
estimularon su apetito terrenal; y mientras más pensaban en las
ollas de carne de Egipto, tanto más odiaban el alimento que Dios
les daba para mantenerlos saludables física, mental y moralmente.
Ellos añoraban las ollas de carne, con la misma actitud que tienen
numerosas personas en nuestros días.
Muchos están sufriendo, y muchos van a la tumba, a causa de la
complacencia del apetito descontrolado. Comen todo lo que agrada a
su pervertido gusto, debilitando así los órganos digestivos y dañando
su capacidad para asimilar los alimentos que sustentan la vida. Esto
causa graves enfermedades, y en muchos casos el resultado es la
muerte. El delicado organismo humano se desgasta mediante las
prácticas destructivas de quienes deberían estar mejor informados.
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Las iglesias deberían mantenerse firmes y fieles a la luz que Dios
ha dado. Cada miembro debería actuar de una manera inteligente
con el fin de desterrar de su vida toda práctica que se relacione con
el apetito pervertido.
Dietas exageradas
Sé que algunos de nuestros hermanos se oponen tenazmente a la
reforma pro salud. Yo misma no apoyo los extremos. Sin embargo,
he revisado mis manuscritos y he repasado los claros testimonios que
se nos han dado, y las advertencias acerca del peligro que amenaza
a nuestro pueblo si imita las costumbres y prácticas del mundo
respecto a la satisfacción inmoderada de los deseos, la complacencia
del apetito y la vanidad en el vestir. Mi corazón se duele y entristece a
causa de la situación actual. Algunos afirman que nuestros hermanos