Página 349 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Reavivamiento de la reforma pro salud
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La temperancia en lo que se come, en lo que se bebe y en la ropa que
se usa, es de gran importancia. Los principios deben ser lo que guía,
y no el apetito ni la moda. Quienes comen en exceso, o los que con-
sumen alimentos de dudosa calidad, fácilmente caen en la tentación
y se vuelven esclavos de sus muchos deseos y otras “codicias necias
y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción”.
1 Timoteo
6:9
. Los que “obran juntamente con Dios” deben utilizar toda su
influencia para estimular la difusión de los verdaderos principios de
la temperancia.
La fidelidad a Dios tiene un valor inapreciable. Él impone sus
exigencias a todos los que entran a su servicio. Desea que la mente
y el cuerpo se mantengan en el mejor estado de salud; que las facul-
tades y los dones estén bajo el control divino, y sean tan vigorosos y
saludables como los hábitos de temperancia observados en forma
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estricta y cuidadosa puedan hacerlos. Tenemos la obligación ante
Dios de consagrarnos sin reservas a él, cuerpo y alma, con todas
las facultades que representan los talentos que nos ha prestado para
que los usemos en su servicio. Todas nuestras energías y capaci-
dades deben ser constantemente fortalecidas y mejoradas durante
este tiempo de prueba. Solamente los que aprecian estos principios
y han aprendido a cuidar sus cuerpos en forma inteligente y en el
temor de Dios, deben ser elegidos para asumir responsabilidades en
esta obra. Quienes han estado por largo tiempo en la verdad, pero
que no logran distinguir entre los principios puros de justicia y los
principios del mal, esas personas cuya comprensión de la justicia, la
misericordia y el amor de Dios está cegada, deberían ser destituidos
de sus responsabilidades. Cada iglesia necesita un testimonio claro
y definido que proporcione a la trompeta un sonido inconfundible.
Se lograría una gran victoria si pudiéramos despertar en nuestro
pueblo la capacidad de percibir lo que está bien y lo que esta mal
en lo que concierne a la temperancia. Hay que enseñar y predicar la
temperancia en todos los aspectos de la vida. La temperancia en lo
que se come, en lo que se bebe, en cómo se duerme y en la forma
de vestirse, es uno de los grandes principios de la vida espiritual.
Cuando la verdad se introduzca en el santuario del alma, será una
guía para el cuidado del cuerpo. Nada que tenga que ver con la salud
debe considerarse con indiferencia. Nuestra felicidad eterna depende