Página 356 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

352
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
de Dios relate sus experiencias. Sin embargo, en muchas ocasiones
los testimonios se expresan en una forma defectuosa e imprecisa, y
resulta imposible obtener una idea apropiada de lo que se ha dicho,
lo cual a menudo causa la pérdida de muchas bendiciones.
Es necesario que los que oran y los que hablan, tengan una
pronunciación correcta y que hablen en un tono claro, preciso y
sereno. Las oraciones, cuando se efectúan en forma apropiada, son
un poder para el bien. Es una de las maneras que utiliza el Señor
para comunicar a su pueblo los preciosos tesoros de la verdad. Sin
embargo, en ocasiones las oraciones no son lo que debieran ser,
debido a las voces defectuosas de quienes las pronuncian. Satanás
se goza cuando las oraciones que se dirigen a Dios apenas se pueden
escuchar. Es necesario que el pueblo de Dios aprenda a hablar y a
orar en una forma que sea consecuente con las grandes verdades que
posee. Que los testimonios que se expresen y las oraciones que se
ofrezcan sean claros y precisos, para que Dios sea glorificado.
Es indispensable que todos obtengan el mayor provecho del don
del habla. Dios pide un ministerio más elevado y perfecto. Puede
ser deshonrado por la pronunciación defectuosa de quienes podrían
convertirse en voceros aceptables si realizaran un esfuerzo dedicado.
La verdad es muchas veces desfigurada por el canal a través del que
pasa.
El Señor llama a todos los que se relacionan con su servicio
a que cultiven la voz, para que expresen de una manera aceptable
las grandes y solemnes verdades que él les ha confiado. Que nadie
desfigure la verdad mediante una pronunciación defectuosa. No se
[383]
debe permitir que quienes han descuidado cultivar el don del habla,
piensen que están aptos para la obra del ministerio; porque aún
necesitan obtener el poder de la comunicación.
Cuando habláis, aseguraos que cada palabra sea plena y sonora;
que cada oración sea clara y precisa de principio a fin. Algunos,
cuando llegan al final de una oración, bajan el tono de la voz, y hablan
en una forma tan difusa que se pierde la fuerza de las ideas. Las
palabras que merecen ser dichas, deben pronunciarse con voz clara y
precisa; con énfasis y modulación. Sin embargo, nunca habléis con
palabras rebuscadas, porque eso causaría la impresión de que sois
eruditos. Mientras más sencilla sea vuestra expresión, tanto mejor
entenderán vuestros oyentes.