Página 43 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

Los congresos campestres
39
hacemos debemos poner en evidencia la disciplina de la organización
y el orden.
Todo debe mantenerse ordenado de tal manera que impresione
tanto a nuestros propios hermanos como al resto de la gente, acerca
de la santidad e importancia de la obra de Dios. Los reglamentos ob-
servados en el campamento de los israelitas constituyen un ejemplo
para nosotros. Fue Cristo quien dio instrucciones especiales a Israel,
aunque también eran para nosotros, los que vivimos en los días
finales de este mundo. Debemos estudiar cuidadosamente las espe-
cificaciones de la Palabra de Dios, y practicar esas directrices como
la voluntad divina. Que todo lo relacionado con el campamento sea
puro, sano y limpio. Debe prestarse atención a cada aspecto de los
servicios de salubridad; hermanos de sano juicio y discernimiento
[43]
deben ver que no se permita nada que pueda sembrar la semilla de
la enfermedad y la muerte en todo el campamento.
Las carpas deben estar bien atadas a sus postes y siempre que ha-
ya posibilidad de lluvia, cada carpa debe acondicionarse con zanjas
alrededor. En ningún sentido se debe pasar esto por alto. Enfer-
medades serias y aún fatales se han contraído por descuidar esta
precaución.
Debemos sentir que somos representantes de una verdad de
origen celestial. Debemos manifestar las alabanzas de Aquel que
nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Debemos recordar
siempre que los ángeles de Dios caminan por el recinto y observan
el orden y el arreglo de cada carpa. Para las numerosas personas que
vienen a los campamentos, todos los detalles son una evidencia de la
fe y los principios que ostentan quienes dirigen las reuniones. Debe
ser la mejor evidencia posible. Todo el entorno debe ser ejemplar.
Las habitaciones, en su orden y aseo, que ofrecen una idea de la vida
hogareña; debieran ser un continuo sermón respecto a los hábitos,
costumbres y prácticas de los adventistas del séptimo día.
Cómo asegurar la asistencia
Cuando nos preparábamos para realizar un congreso campestre
en una ciudad donde nuestra iglesia era poco conocida, me pareció
estar una noche en una comisión convocada para consultar sobre la
obra que debía llevarse a cabo antes de la reunión. Se sugirió hacer