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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Preparación para el trabajo
Aquellos que se ocupan en esta obra debieran primeramente
darse sin reservas a Dios. Debieran colocarse donde puedan aprender
de Cristo y seguir su ejemplo. Él los ha invitado: “Venid a mí todos
los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi
yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Mateo 11:28-30
. Se comisiona
a ángeles que salgan con quienes asumen esta obra con verdadera
humildad.
Debemos orar sin cesar, y debemos vivir nuestras oraciones. La
fe aumentará grandemente mediante el ejercicio. Que aquellos que
están colportando con
Palabras de vida del gran Maestro,
aprendan
las lecciones enseñadas en el libro que están promoviendo. Aprendan
de Cristo. Tengan fe en su poder para ayudarles y salvarles. La fe es
el elemento vital del alma. Su presencia da calor, salud, firmeza y un
juicio sólido. Su vitalidad y vigor ejercen una influencia poderosa
aunque inconsciente. La vida de Cristo en el alma es como una
fuente de agua que brota para vida eterna. Conduce a un cultivo
constante de las gracias celestiales y una sumisión amable en todas
las cosas al Señor.
Hablo a los obreros, jóvenes y viejos, que están manejando nues-
tros libros, y especialmente a los que están colportando con el libro
que está efectuando ahora su obra de misericordia. Ejemplificad en
la vida las lecciones dadas por Cristo en su Sermón del Monte. Esto
hará una impresión más profunda y ejercerá sobre las mentes una
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influencia más duradera que los sermones dados desde el púlpito.
Puede ser que no podáis hablar elocuentemente a quienes deseáis
ayudar; pero si habláis modestamente, ocultando el yo en Cristo,
vuestras palabras serán dictadas por el Espíritu Santo, y Cristo, con
quien cooperáis, impresionará el corazón.
Ejercitad esa fe que obra por el amor y santifica el alma. Que
ninguno haga ahora que el Señor se avergüence de él a causa de
su incredulidad. La pereza y el desaliento no logran nada. Dios a
veces permite que alguien se enrede en negocios seculares a fin
de avivar las facultades inactivas; para que así cumplan una acción
más intensa, de modo que él pueda honrar la fe concediendo ricas