Página 46 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

42
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
cierto, no resulta fácil realizar el cambio requerido del primero al
séptimo día. Esto requiere una cruz. Choca con las prácticas y los
preceptos humanos. Personas eruditas han enseñado tradiciones a
la gente hasta imbuirla de incredulidad y prejuicios. Sin embargo,
debemos decir a esas personas: “Ven y ve”. Dios requiere que pro-
clamemos la verdad y dejemos que el error sea puesto de manifiesto.
La asistencia de los miembros de la iglesia
Es importante que los miembros de nuestras iglesias asistan
a nuestros congresos. Los enemigos de la verdad son muchos; y
debido a que somos pocos, debemos presentar un frente tan sólido
como sea posible. Necesitamos individualmente los beneficios del
congreso, y Dios nos invita a alistarnos en las filas de la verdad.
Algunos dirán: “Cuesta mucho viajar, y sería mejor que ahorrá-
ramos el dinero y lo diéramos para el progreso de la obra donde
tanto se necesita”. No razonéis así; Dios os invita a ocupar vuestro
lugar en las filas de su pueblo. Apoyad la reunión en todo lo que
podáis acudiendo con vuestras familias. Haced un esfuerzo especial
para asistir a la congregación del pueblo de Dios.
Hermanos y hermanas, es mucho mejor que dejéis sufrir en
algo vuestros negocios antes que descuidar la oportunidad de oír el
mensaje que Dios tiene para vosotros. No presentéis excusas que
os impidan adquirir toda ventaja espiritual posible. Necesitáis todo
rayo de luz. Necesitáis prepararos para dar una razón de la esperanza
que hay en vosotros, con mansedumbre y temor. No podéis perder
tal privilegio.
[47]
Antiguamente el Señor ordenó a su pueblo que se reuniera tres
veces al año para rendirle culto. Los hijos de Israel acudían a aquellas
santas convocaciones, trayendo a la casa de Dios sus diezmos, así
como las ofrendas por el pecado y las de gratitud. Se reunían para
relatar las misericordias de Dios, para conocer sus obras admirables,
tributarle agradecimiento y alabar su nombre. Debían participar en
el servicio de sacrificios que señalaba a Cristo como el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo. Así habían de preservarse del
poder corruptor de la mundanalidad y la idolatría. La fe, el amor y
la gratitud debían mantenerse vivos en su corazón, y al congregarse