Página 51 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Los congresos campestres
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de Dios en la santísima fe, y como resultado, el congreso no ha
cumplido los objetivos para los cuales fue convocado. Se llevan a
cabo numerosas reuniones en las cuales la mayoría de las personas
no tiene ningún interés, y si asistieran a ellas, saldrían fastidiadas en
lugar de recibir beneficio y refrigerio espiritual. Muchos se sienten
frustrados porque sus expectativas de recibir ayuda en las reuniones
del congreso campestre no han sido satisfechas. Los que acudieron
en busca de orientación y fortaleza regresaron a sus hogares e igle-
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sias no mucho mejor capacitados para atender a sus familias que
antes de asistir a las reuniones.
Los asuntos de negocios deben estar a cargo de las personas
designadas especialmente para ello. Y hasta donde sea posible, de-
bieran reunirse con los miembros en alguna otra ocasión que no
sea un congreso campestre. Las reuniones de capacitación para el
colportaje, Escuela Sabática y publicaciones para la obra misionera,
debieran llevarse a cabo en la iglesia local o en reuniones especiales
para ese fin. Este mismo principio debe aplicarse a las reuniones de
enseñanza del arte culinario. Aunque estas actividades son apropia-
das en el lugar que les corresponde, no debieran ocupar el tiempo de
nuestros congresos campestres.
Los presidentes de las asociaciones y los pastores tienen que
dedicarse a atender los intereses espirituales de los hermanos, y por
lo tanto, deben ser liberados de las labores ordinarias que acompañan
a los congresos. Los ministros debieran estar listos para actuar como
maestros y guías en las tareas del campamento cuando la ocasión lo
requiera; pero no deben agotarse. Deben sentirse refrigerados, y estar
en disposición animosa, porque esto es esencial para el bienestar de
la congregación. Deben poder hablar palabras de aliento y valor, y
dejar caer en el terreno de los corazones sinceros, semillas de verdad
espiritual que brotarán y darán precioso fruto.
Los ministros deben enseñar a la gente a acudir al Señor y cómo
llevar a otros a él. Deben adoptarse métodos, ejecutarse planes, por
los cuales se elevarán las normas y se enseñará cómo purificarse
de la iniquidad y superarse por la adhesión a los principios puros y
santos.
Es necesario que haya tiempo para el escudriñamiento del co-
razón y el cultivo de la mente. Cuando la mente se espacia exa-
geradamente en asuntos de negocios, se producirá como resultado