Los congresos campestres
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Isaías 6:8
. Al participar en los congresos campestres, todos pueden
aprender a trabajar con éxito en sus propias iglesias.
Estas concentraciones religiosas bien dirigidas, son una escuela
donde pastores, ancianos y diáconos pueden aprender a trabajar
para el Maestro con mayor perfección. Debieran ser una escuela
donde a los miembros de iglesia, adultos y jóvenes, se les dé la
oportunidad de aprender a cabalidad el método del Señor; un lugar
donde los creyentes puedan recibir una educación que los capacitará
para ayudar a otros.
Los padres que asisten a los congresos campestres tienen que
prestar atención especial a las enseñanzas impartidas para su ins-
trucción; entonces, por precepto y por ejemplo, deben enseñar esas
lecciones a sus hijos en la vida del hogar. Luchando de esa manera
para salvar a sus hijos de la influencia corruptora del mundo, verán
un mejoramiento en sus familias.
La mejor ayuda que los pastores pueden ofrecer a los miem-
bros de nuestras iglesias, no es predicar, sino crear actividades para
ellos; asignar a cada cual algo que hacer por los demás. Ayudar
a todos a ver que, como recipientes de la gracia de Cristo, están
en la obligación de trabajar para él. Que todos sean enseñados a
trabajar. Aquellos que se han unido recientemente a la fe, debieran
especialmente ser educados para ser obreros juntamente con Dios.
Si se les enseña a trabajar, el desalentado no tardará en olvidar su
desaliento, el débil se fortalecerá, el ignorante se hará inteligente,
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y todos serán idóneos para presentar la verdad según está en Jesús.
Encontrarán en él un ayudador infalible que ha prometido salvar a
todos los que acuden a él.
Oración y consejo
Quienes trabajan en congresos campestres, deben congregarse a
menudo para orar y recibir consejo para desempeñarse inteligente-
mente. Hay muchos asuntos que requieren atención en estas reunio-
nes. Los pastores debieran dedicar tiempo cada día para reunirse a
fin de orar y consultarse mutuamente. Debéis saber que todo necesita
avanzar sin tropiezo, “que debéis manteneros de pie—como se me
instruyó—marchando hombro a hombro hacia delante, sin desvia-
ros”. Cuando la obra se lleva a cabo en esta forma, hay unidad de