Los congresos campestres
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vuestro estudio de la Escritura sea de escaso valor o presentado a la
ligera. En todo lo que digáis, recordad que tenéis algo que merece el
tiempo que tomáis para expresarlo y el tiempo de los oyentes para
oír. Hablad de lo que es esencial, de lo que instruya, lo que llevará
luz con cada palabra.
“Aprended a hablar con la gente de manera que entienda. No
presentéis ideas controversiales. Que vuestras instrucciones no sean
de un carácter tal que inquieten la mente. No preocupéis a la gente
con asuntos que vosotros podéis entender, pero que ellos no com-
prenden, a menos que estos sean de consecuencias vitales para la
salvación de las almas. No presentéis la Escritura de una manera
que exalte el yo y estimule la vanagloria en el que abre la Palabra.
La obra para este tiempo es preparar estudiantes y obreros para
que puedan presentar temas de una manera clara, sencilla y solemne.
En esta obra no debe haber tiempo mal utilizado. No debemos errar
el blanco. El tiempo es demasiado breve para ponernos a develar todo
lo que hay para ver. Se requerirá la eternidad para que conozcamos la
largura, la anchura, la profundidad y la altura de las Escrituras. Hay
algunas almas para quienes ciertas verdades son más importantes
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que otras. Necesitáis perspicacia en vuestra educación en asuntos
bíblicos. Leed y estudiad:
Salmos 40:7, 8
;
Juan 1:14
;
1 Timoteo
3:16
;
Filipenses 2:5-11
;
Colosenses 1:14-17
;
Apocalipsis 5:11-14
.
Al apóstol Juan se le revelaron en la isla de Patmos las enseñan-
zas que Dios deseaba que él impartiera al pueblo. Estudiad estas
revelaciones. Hay aquí temas que merecen nuestra contemplación,
extensas y abarcantes lecciones que todas las huestes angélicas están
ahora procurando comunicar. Contemplad la vida y el carácter de
Cristo, estudiad su obra intercesora. Allí hay sabiduría, amor, justi-
cia y misericordia infinitas. Allí hay profundidad y altura, largura
y anchura, para nuestra consideración. Innumerables escritores se
han utilizado para presentar al mundo la vida, el carácter y la obra
mediadora de Cristo, y todavía, en cada mente mediante la cual el
Espíritu Santo ha trabajado, se han presentado estos temas bajo una
luz original y novedosa.
Deseamos inducir a la gente a comprender qué es Cristo para
ellos y cuáles son las responsabilidades que se espera que acepten
en él. Como sus representantes y testigos, necesitamos llegar per-